Los techos máximos de las tasas de interés profundizan el problema del acceso al crédito durante 2023

REACTIVACIÓN. El crédito productivo es uno de los impulsores del crecimiento económico.
REACTIVACIÓN. El crédito productivo es uno de los impulsores del crecimiento económico.

Los más afectados son las micro, pequeñas y medianas empresas; mientras los más beneficiados son los esquemas de chulco y préstamos ilegales.

Si el precio de un producto está por debajo de su valor de mercado (lo que realmente cuesta), el efecto directo es que se produce menos. Los principales perdedores de esa escasez en la mayoría de los casos son los sectores más vulnerables.

Esto precisamente pasa con el crédito en Ecuador. Desde junio de 2022 se ha registrado un constante encarecimiento del fondeo a nivel internacional. La tasa de interés de la Reserva Federal (FED) de EE. UU. ha subido del 0,5% al 4,25% en pocos meses.

Por otro lado, los depósitos en el mercado ecuatoriano cada vez crecen a menor ritmo y los bancos nacionales se han visto obligados a subir las tasas que pagan por esos depósitos para atraer más liquidez al sistema financiero.

El efecto final es que cada vez es más caro obtener liquidez afuera y dentro del país; pero por el otro lado, se mantiene un sistema político que establece tasas de interés artificialmente bajas para los créditos.

“El estrechamiento de las condiciones financieras locales y globales se está traduciendo en tasas de interés más altas. Pero en Ecuador, los máximos legales a las tasas de interés impiden que estas se ajusten para que la oferta de crédito iguale a su demanda”, explicó Alberto Acosta Burneo, economista y editor de Análisis Semanal.

Bajo este panorama, ante la imposibilidad de tener tasas de interés liberalizadas y reales, durante 2023 se prevé que la concesión de créditos caiga al menos un 6% en Ecuador, según una estimación del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Perjuicio para las Pymes

Acosta Burneo explicó que las instituciones financieras se van a concentrar en los créditos de más bajo riesgo, es decir, en el financiamiento a las empresas y estructuras productivas más grandes.

Por el contrario, los mayores perjudicados serán las micro, pequeñas y medianas empresas; así como los emprendedores personales que abundan en el país.

“Los que se están frotando las manos en el entorno actual son los chulqueros, porque significa que van a tener muchísimos más clientes expulsados del sistema financiero”, puntualizó Acosta Burneo.

Según un estudio de Equifax, un crédito en el chulco tiene un costo promedio del 4% diario y llega hasta el 1.200%. El sistema de techos máximos de tasas de interés, incluso antes de la pandemia, ya ha limitado, y en algunos casos ha eliminado por completo, el acceso al crédito para los micro emprendedores que necesitan montos de menos de $500.

Fernanda Quijano, economista, explicó que por una fracción del interés que se paga en el chulco, un gran porcentaje de comerciantes informales en ciudades como Quito podrían formalizarse si no existieran las restricciones políticas como los techos máximos al costo del financiamiento.

Ciego es el que no quiere ver

Aunque el aumento en el costo de fondeo apunta a que se flexibilice el sistema político de los techos para las tasas de interés, María Paulina Vela, presidenta de la Junta Financiera, ha dicho que no se tomarán decisiones al respecto.

En otras palabras, las tasas de interés artificialmente bajas continuarán, a pesar de que eso signifique la exclusión de los sectores productivos más vulnerables.

Según Vela, tasas más altas provocarían sobreendeudamiento porque los ecuatorianos tienen baja educación financiera

Pero lo que realmente ocurre es que, si los bancos o cooperativas no le prestan, los emprendedores del país buscarán financiamiento en la informalidad a un costo mucho mayor y con un riesgo más alto de perder su patrimonio y complicar seriamente su economía.

“La presidenta de la Junta Financiera parece ignorar que los montos colocados crecen, pero el número de clientes y operaciones disminuye, es decir, que el crédito se concentra en menos manos. Esto lo evidencian las estadísticas bancarias a noviembre de 2022: crecimiento anual del monto de crédito de 22% mientras que el número de operaciones crecen apenas 9% y de clientes el 7%”, concluyó Acosta Burneo.

Esta realidad se potenciará en 2023 en medio de una recesión mundial que afectará al menos a un tercio de las economías, de acuerdo con el FMI. (JS)

Al cierre de 2022, la cartera de crédito de los bancos sumó $38.598 millones.

¿Es malo que los bancos generen más utilidades?

Durante las últimas semanas de 2022 se desató un debate en torno al aumento de las utilidades en los bancos privados. Sectores políticos y sociales criticaron que los bancos “ganen demasiado” y atacaron al presidente Guillermo Lasso por su condición de exbanquero.

Sin embargo, Alberto Acosta Burneo, economista y editor de Análisis Semanal, explicó que esas críticas parten de un absoluto desconocimiento. “Sin utilidades, sin incremento patrimonial, no podría haber más créditos como sucedió en 2022. En el otro extremo, si los bancos pierden, se ponen en riesgo hasta los depósitos de clientes”, puntualizó.

El año pasado, el retorno sobre el patrimonio fue del 12,2% (ganaron 12 centavos por cada dólar en su patrimonio). Ese nivel supera lo alcanzado en 2021; pero todavía está por debajo del 13,9% de 2019. Es decir, los bancos todavía no recuperan lo que generaban en la prepandemia, y el mayor crédito que otorgaron en 2022 se debió a que utilizaron parte de sus reservas en el Banco Central y reinvirtieron gran parte de su capital.

¿Cuál es la solución estructural para mejorar el acceso al crédito?

Ecuador es un mercado pequeño, con una limitada capacidad de ahorro. Por eso, para generar más liquidez, y costos más bajos del crédito, se necesita atraer el abundante ahorro que tienen países desarrollados.

La clave de esa atracción es, en primer lugar, eliminar todas las trabas y controles a los flujos de capital. Esto incluye eliminar completamente al Impuesto a la Salida de Divisas (ISD)

En segundo lugar, se necesita reemplazar el anticuado Código Monetario y Financiero, el cual está vigente desde 2014. A la par, se deben establecer los mejores estándares internacionales, bajo norma Basilea para dar más seguridades a los ahorradores internacionales.

Finalmente, la tercera pata es la apertura del mercado ecuatoriano a la banca internacional, sin trabas legales que limitan la inversión.

Como país dolarizado, el Ecuador tiene un potencial desaprovechado para convertirse en un exportador de servicios financieros a la región y al mundo.