Colombia vota con miedo al poder de los grupos armados

Un hombre observa los daños causados por la explosión de un coche bomba en Saravena, departamento de Arauca, el 20 de enero pasado.
Un hombre observa los daños causados por la explosión de un coche bomba en Saravena, departamento de Arauca, el 20 de enero pasado.

Según los analistas, el Estado no llegó a los territorios dejados por las FARC tras la firma de la paz y estos fueron apropiados por otras organizaciones violentas.

Redacción BOGOTÁ

El presidente de Colombia, Iván Duque, aseguró ayer que su Gobierno deja a su sucesor «un proceso (de paz) con recursos y en avance».

Pero esa visión contrasta con la percepción ciudadana y hechos como que la violencia disminuyó en el país los últimos días solo a raíz del alto al fuego declarado por el aún beligerante Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Parece lejano el clima de expectación e ilusión por el fin de un largo conflicto con el que se celebraron las elecciones presidenciales de 2018, realizadas dos años después del acuerdo entre el Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

El escenario del próximo domingo es el de un país donde los grupos armados han extendido su poder y las masacres y asesinatos de líderes sociales son cotidianos.

Un Estado ausente

«Duque entrega un país en llamas», resume Daniela Garzón, investigadora de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares). El vacío que dejó la desmovilización de las FARC en muchas zonas tras el acuerdo de paz de 2016 no fue llenado por el Estado y dio paso a una reconfiguración de control territorial de los grupos que quedaban: la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los narcoguerrilleros del Clan del Golfo, a la que se sumaron múltiples disidencias de las FARC.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) lleva un par de años alertando que, lejos de haberse terminado, en Colombia hay cinco conflictos entre grupos armados o entre grupos y las Fuerzas Armadas.

La fuerza de estos grupos quedó demostrada en el reciente «paro armado» impuesto en mayo por el narco Clan del Golfo que, según Pares, paralizó 77 municipios de 9 departamentos, dejando también 22 asesinatos, varios enfrentamientos y quema de vehículos y establecimientos.

El narcotráfico es otro de los retos del próximo Gobierno ya que, a pesar de la reducción en las hectáreas sembradas de coca en el país, la producción de cocaína a escala internacional, en la que Colombia está a la cabeza, se ha disparado.

Y la planta trae riqueza a los territorios más golpeados por el conflicto que el Estado no ha sabido disuadir con desarrollo, educación, vida digna u ofertas laborales. (EFE)