La ambigüedad de un “tal vez”

Si hay algo que reprocho de la idiosincrasia ecuatoriana, es la falta de firmeza y compromiso al dar una respuesta. Al ecuatoriano le cuesta decir “no” y, por lo tanto, se refugia en la ambigüedad del “tal vez”. Esto sucede en todos los niveles. Cuando un cliente requiere una cotización, la pide con carácter urgente, pero la respuesta a dicha propuesta llega en días, semanas o nunca llega. Hay que asumir que se descartó. ¿Por qué? Solo Dios sabrá, porque no hay retroalimentación.

Lo mismo sucede al momento de proponer un auspicio. Pues, si bien hay quienes se muestran interesados desde el inicio y con franqueza dicen “sí, bajo tales condiciones”, también están los que te dicen “nos interesa, déjanos resolver la figura de participación y te contactamos”. Esa respuesta normalmente se diluye en un posterior silencio, que luego debe interpretarse como “no quisimos”, “no nos interesa”, “no tuvimos presupuesto”, o peor aún, “solo jugamos con tu tiempo”.

Y no se diga cuando nos ofrecen un producto o servicio. A ojos del vendedor, la transacción está hecha. Después resulta que se trataba de un “tal vez me interesa”. O como cuando te invitan a una reunión social y dices “de ley voy” y luego no apareces. O cuando te proponen que “armemos un plan para ver el partido” y respondes “de una”, pero ese mismo día tenías el cumpleaños de la suegra y te dio vergüenza excusarte y que te califiquen como “mandarina”. Pues yo creo que preferible “mandarina” a “plantilla”.

Seguramente, les ha pasado que organizan un evento empresarial o cultural y, al ser invitados, el 90% dice “asistiré”. Llegada la fecha, la asistencia no llega ni al 50%. La cosa empeora cuando buscas voluntarios para apoyar una causa política, de desarrollo social o educativa. Todos saben cómo cambiar el mundo, pero cuando se necesita que pongan su grano de arena para realmente hacerlo, estás solo.

Por eso, creo que es momento de que hagamos un ejercicio de compromiso y firmeza. Aprendamos a decir sí cuando tengamos la certeza. Y si no estamos dispuestos, desde el inicio digamos que no. Dejemos de ser la cultura del tal vez. Porque tal vez nuestra credibilidad desaparezca.