A aproximadamente 20 metros bajo tierra, Quito tiene una nueva ciudad. Ahí, los desconocidos se saludan y la gente se siente más segura.
A 20 metros bajo tierra existe un Quito ordenado, amigable y seguro. Una vez que las personas bajan las gradas o recorren sus largos pasillos, se desprenden de la caótoca superficie, para adentarse a un cálido espacio en el que los desconocidos se saludan, se guían o aprenden juntos.
Esta ciudad, en la profundidad del suelo, se construyó hace 13 años y el 1 de diciembre de 2023 fue habitada. Se trata del Metro de Quito, un espacio que supone un nuevo entorno, con el que no solo se espera dar un respiro al tráfico propio de una capital (un quiteño pasa 70 horas anuales en el tráfico), sino que se proyecta a generar un cambio cultural.
Inaugurado, reinaugurado y bendecido
«Vea, bonita. Y esta sí será la inauguración de verdad ¿o será como las otras?», pregunta Rosita Amaguaña, mientras le explican que si tiene 45 centavos justos (el costo del pasaje del Metro) puede ir a las máquinas ATM, en lugar de la ventanilla.
La inquietud de Rosita es válida, pues solo un quiteño puede decir que el Metro tuvo dos inauguraciones, una fue simbólica ya se inauguró aunque no iba a rodar. También tuvo una reapertura y una evento para tener la bendición de un sacerdote.
Después de tanta espera y pomposos eventos, el arranque de la operación comercial genera altas exceptivas entre usuarios como Gladys Muñoz, quien se convirtió en la usuaria que inauguró el Metro de Quito, cortando un listón como símbolo de un nuevo inicio. La mujer Latacungueña de nacimiento y quiteña hace 25 años, doce sentirse emocionada y espera que «todos cuiden del Metro, como cuidarían de su casa».
Juan Carlos Córdova es cuencano. Llegó al termina de Quitumbe la mañana del 1 de diciembre de 2023. «Me avisaron que ya funciona el Metro y voy a ir hasta la Carolina. En Cuenca tenemos el Tranvía, pero no es lo mismo, esto es otro nivel, es otra ciudad construida bajo el suelo».
El tiempo que no sabíamos que teníamos
Daniel Herrera vive en Quitumbe y trabaja en Iñaquito. Cada día tenía que viajar una hora y media hacia su trabajo y casi dos horas de regreso a su casa. El hombre de mediana estatura y cabello negro, dice que toma el Metro desde inicio de 2023, cuando estaba en etapa de pruebas. «Ya era hora de que vuelvan a abrir el Metro, es muy rápido», comenta, pues ahora su viaje le tome 25 minutos. Eso para Herrara representa poder dormir una hora cada día.
A Camila Pozo, estudiante universitaria, le sorprende la amabilidad que hay en el sistema. «Desde que llegas todos te saludan, te dan información, te guían con mucha amabilidad. No sientes como en el bus que te apuran, te hablan si no tienes sueltos», cometa entre risas.
Para muchos quiteños, el Metro es un nuevo mundo, uno en el que crear amistades de trayecto no es difícil. La gente comparte sus impresiones, no importa si no se conocen, hay una necesidad casi inconsciente de hablar con el otro, de conocer qué siente, hasta dónde va. cuánto se demoraba antes.
«¿Qué susto pasarme la parada?», abre la conversación, Sonia Ugarte, de 58 años. A su lado está Isac Maldonado, quien estudió en Argentina y está familiariza con este tipo de transporte.
El joven de 33 años le explica con paciencia que «en las pantallas siempre se muestra el nombre de la parada, en la que estamos ahorita. Entonces, en ese mapa con puntitos de arriba de las puertas, usted se va guiando», le dice a la atenta mujer, mientras señala con su dedo índice la ruta de la línea uno que va desde Quitumbe hasta El Labrador, en 34 minutos.
Conversar entre desconocidos también pasa, porque el Metro no tiene señal de internet; quienes lo usan, lo hacen para tomarse fotos o hacer videos. » Entiendo que luego van a poner internet. Igual, en el bus tampoco se saca el celular, pero porque da miedo que te roben (risas)», comenta Maldonado.
El impacto cultural
El Metro es considerado uno de los proyectos urbanísticos con gran impacto en la vida económica y social de una ciudad. N solo genera movilidad eficiente, diminuyendo tiempos de traslado y fomentando la productividad, lo que mejora sustancialmente la calidad de vida de la gente; sino también porque es el espacio para cambiar patrones culturales que van desde acostumbrarse a caminar por la derecha. Hasta ser puntales, pues los horarios del sistema no se mueve– cada tren tiene un intervalo de cinco minutos en horas pico y de ocho en horas valle.
Estos cambios no solo podrán ser aplicados en el Metro, sino en acciones cotidianas, como al caminar en un centro comercial, respetar una fila o terminar con la mal normalizada «hora ecuatoriana». (AVV)
RECUADRO
Metro en Latinoamérica
Quito es la décima capital de Latinoamérica en tener un metro. Las otras capitales son:
- Buenos Aires-Argentina
- Brasilia- Brasil
- Caracas-Venezuela
- México DF- México.
- Ciudad de Panamá- Panamá
- Lima- Perú
- San Juan- Puerto Rico.
- Santiago de Chile– Chile
- Santo Domingo-República Dominican.
El Metro de Quito opera en tres horarios:
- Lunes a viernes: 05:30 a 23:00
- Sábados: 07:00 a 23:00
- Domingos y feriados: de 07:00 a 22:00
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