La ‘generosidad’ que quebrará a la banca pública

Una vez más, la campaña está llena de irresponsables promesas de condonación de deudas. No importa cuántos sofisticados pretextos macroeconómicos se puedan idear, es un error transmitir la creencia de que es correcto y normal evadir el pago de una deuda.

La historia económica ecuatoriana demuestra que las condonaciones de una generación paga la siguiente —y con intereses—; el costo de la irresponsable ‘generosidad’ política de hoy lo asumen, con inmenso sufrimiento, los ecuatorianos de mañana. Nuestra democracia actual se sostiene sobre promesas de condonaciones y pagarés de una envergadura tal que, por momentos, resulta comprensible que tantos ecuatorianos jóvenes quieran bajarse de este ‘carrusel’ y opten por emigrar, en lugar de trabajar para pagar cuentas que no les corresponden.

Un sector de la clase política insiste en posicionar el mito de todo lo público —la banca, dentro de ello— como ‘inquebrable’ o dotado de un flujo de recursos asegurado e ilimitado. Esta falacia desconoce que, históricamente, muchas empresas públicas quebradas e inviables —hasta la más ineficiente— en algún momento fueron rentables; no obstante, el cortoplacismo y la codicia de los políticos de turno se encargaron de convertirlas en los cascarones vacíos a pérdida que son ahora. Cuidado y ocurre lo mismo con la banca pública.