La cocina sostiene la fiesta

En la entrada a los Llanganates varias personas pelan las gallinas para el caldo.

En todas las fiestas andinas la comida es una muestra del cariño que la comunidad anfitriona tiene con sus bailadores, disfrazados y personas que acompañan.

Fotografias y texto: Alex Villacis Guevara

Desde la madrugada se trabaja para tener lista la comida para los bailadores, se pela gallinas, papas, zanahoria, se hace el picadillo, los días previos se hace la chicha que deberá estar madurada en su punto correcto.

El día de la fiesta son las cocineras quienes no disfrutan nada de los bailes, de la banda y del licor, ellas son las manos invisibles que sostienen a la fiesta, que trabajarán mientras todos bailan.

No, no es un espacio solo dedicado a las mujeres, pues hay muchas que también bailan, que coordinan, pero sí son ellas las que en su mayoría están pendientes de los minuciosos detalles que la alimentación requiere.

Cocinan con mucho amor y corazón, lo hacen como si fuera para su familia, ningún detalle se les escapa hasta el ‘picadillo’ (cebolla blanca con culantro) debe ser incluido en la sopa de gallina.

La cocina sostiene todas las fiestas y costumbres andinas, desde La Trajería en Poaló, los finados en Salasaka, los monos de San Andrés, los toritos y mochitos de Sucre, porque nadie baila con hambre, ninguna persona podría aguantar dos días sin comida que aporte energía, los que acompañan no bailarían con gusto sin ese plato de comida que brinda la comunidad.

 

A leña se preparan grandes ollas de sopa para los bailadores.

 

Entre conversas se quita hasta la última pluma.

 

Varias decenas de gallinas son parte de la comida para los bailadores.

 

Quienes cocinan nunca paran, aquí La Trajería continúa su baile mientras las personas de la cocina siguen con sus labores.

 

El clásico picadillo que acompaña a la tradicional sopa de gallina.

 

Varias manos ayudan a repartir la sopa para quienes llegaron hasta la casa del prioste.

 

Un delicioso curtido es mostrado por la persona encargada de las porciones.

 

La deliciosa fritada hecha en paila de bronce para los bailadores e invitados.

 

La forma más rápida de servir la comida es haciendo una cadena que se extiende por varios metros.

 

En la casa de la familia Toapanta se sigue cocinando mientras los monos salieron a recorrer San Andrés.

 

Una buena porción de ‘mote casado’ para llevar al cementerio de Salasaka.

 

Una tina llena de patitas de gallina para la sopa servida a quienes acompañaron a los toritos y mochitos de Sucre.

 

Alistando las tarrinas para repartir la comida a los danzantes y a quienes acompañan en Huapante Chico.

 

Sacando los maduros que acompañarán la fritada brindada en la casa del prioste en San Andrés.