En silencio

Agustín Sánchez
Agustín Sánchez

Agustín Sánchez

Tanto el ahora culpable, Carlos Pólit, como todo su séquito beneficiario de la estructura de poder que desvanecía glosas a la carta, guardan un silencio solemne. Bien dice una reconocida frase que guardo en mi memoria tras mi paso en el servicio público: «Hay personas que no son leales a ti, son leales a lo que tú tienes o representas, y cuando sus necesidades cambian, así de fácil cambian sus lealtades», nada más real. Fíjense en el caso del ex Contralor General, en su momento elogiado y reconocido públicamente tanto por sus allegados en la Asamblea Nacional como por el entonces Presidente de la República, por la «brillante» labor a cargo del organismo nacional de control de cuentas. Un individuo sin escrúpulos que se hunde arrastrando a sus familiares, mientras quienes lo usaban para sus intereses fingen demencia cual Judas traicionando a Jesús y miran para otro lado.

¡Ya nadie conoce a Pólit!, ese funcionario «querido por todo el mundo», «simpatiquísimo», como lo calificaba el ex presidente Correa, quien en su momento, abusando del poder que le embargaba, denunció por calumnias a los honorables comisionados de la Comisión Anticorrupción, para luego, tras ser sentenciados, en un acto hipócritamente misericorde, desista de la acción pretendiendo humillar a sus denunciados a quienes el tiempo reconoció su verdad y les dio la razón. Han pasado siete años desde aquel evento, para que la justicia de Estados Unidos corrobore su culpabilidad conforme lo oportunamente sentenciado por nuestra justicia, así también, se han ventilado nombres durante el juicio de ex funcionarios que habrían tendido puentes en estos hechos de corrupción, los cuales no deben pasarse por alto, la Fiscalía debe actuar de inmediato para esclarecer esta supuesta vinculación. 

Con esto, se terminan los vanos argumentos de lawfare a los que acuden todos estos delincuentes de cuello blanco que huyen del país buscando impunidad. Es momento de enterrar esos tiempos de temor e injusticia, refundar el Estado y recuperar su institucionalidad. Que lo de Pólit sea recordado como un evento más de aquella estructura delincuencial que por más de una década se apoderó de todas las estructuras de poder. Finalmente, la justicia llega de cualquier modo, en sintonía con aquel dicho popular: «La vida es como un restaurante, nadie se va sin pagar la cuenta».