¿Y las universidades qué?

César Ulloa

Mucho se reitera de que las universidades en nuestro país están desconectas de la realidad, es decir, lejos de lo que sucede en los millones de hogares y que su trabajo estaría atrapado en los claustros, refrendando el modelo cardenalicio que dio paso a su origen. Sin embargo, estos lugares comunes contradicen la percepción y la mirada que tiene la población en el último año. Para el 2023, según una encuesta de Cedatos, la confianza institucional en las universidades llegó al 74.3%, ubicándose en quinto lugar. Los primeros sitios estuvieron ocupados por la familia (93,9 %), la mujer (88,2 %), las Fuerzas Armadas (80 %) y la juventud (77,2 %).

Si bien, esta cifra no viene con una explicación, no obstante, se podrían ensayar algunas conjeturas como el hecho de que en las universidades no se observa Metástasis, los rezagos de Odebrecht, las indagaciones que se siguen en la Fiscalía, los bochornos sainetes de las anteriores asambleas y el descrédito de los diferentes gobiernos de turno. Es decir, las universidades junto con la sociedad son la reserva ética que nos queda en un contexto marcado por la crisis, la incertidumbre y la desconfianza.

Esto no quiere decir que todo es color de rosa en las universidades, pues la realidad es distinta debido a su naturaleza pública, privada y cofinanciada, además de su presupuesto, tamaño, oferta académica, planta docente, investigación, vinculación, gestión administrativa y calidad del liderazgo de las autoridades. Cada dimensión merece un análisis estructural y sus consecuencias en la coyuntura. Por otro lado, tampoco se puede perder de vista el tufillo de la politiquería que sigue existiendo en muchas de ellas y sus nefastas consecuencias.

Hay mucho trabajo que realizar para reconectar a las universidades con la sociedad, aún más después de la pandemia, donde se evidenciaron las dos caras de la moneda: fortalezas y debilidades del sistema de educación superior en su conjunto. Hay temas pendientes como la internacionalización y la vinculación, es decir, cómo convertir en destino académico al Ecuador y demostrar su aporte en el mejoramiento de la calidad de vida de las personas.