Ambato un punto gastronómico con historia

Aída Flores es la heredera del sabor y las recetas del caldo de 31 de Ingahurco.

Son cientos los lugares que en la ciudad ofrecen la más diversa comida típica para todos los gustos y bolsillos.

Desde colada morada todos los días sin importar la fecha, el segundo plato de papa más rico del mundo, jugos que guardan propiedades curativas y hasta cuyes asados en carbón son parte de las delicias que se pueden encontrar en Ambato.

Incluso existen sectores que se caracterizan por tener varios restaurantes con los mismos productos gastronómicos, como si se hubieran opuesto de acuerdo para copar un espacio y facilitar a quienes desean elegir el mejor plato.

Si algo le caracteriza a Ambato es su rica comida tradicional, las recetas que han pasado entre generaciones y la visión de los guardianes de la memoria culinaria de la ciudad, que en los últimos años le han dado un giro a los negocios y se han montado hasta sucursales en otros lugares.

Cada lugar tiene su secreto, en algunos casos dicen que es el amor que le ponen al preparar los platos, en otros afirman que el cocinar en leña le da un toque especial, para muchos los ingredientes frescos son los que le brindan el sabor, pero todos coinciden en que si vienen a Ambato se debe comer y pasear para que el viaje sea memorable.

Este es un recorrido por algunos de los lugares más deliciosos de la ciudad y sus exquisitos platos que no puedes dejar pasar cuando visites Ambato.

Los caldos de 31 de Ingahurco

En algunas ocasiones hay que hacer cola y esperar el turno para poder sentarse en una mesa o pedir para llevar, pues es mucha la gente que quiere deleitarse con este rico caldo y aguarda pacientemente por un espacio.

Aída Flores es la heredera del sabor y las recetas de este lugar, que inicio hace 50 años con la preparación del caldo, al cual se le atribuyen propiedades curativas, su madre Mariana Romero fue quien comenzó con la preparación de varios platos.

“Ella tenía gusto por la cocina, cocinaba excelente, siempre hizo el caldo de 31, pero lamentablemente hace cuatro meses falleció a los 88 años”, comentó.

Doña Mariana junto a sus hijos nacieron en Latacunga, pero desde hace 50 años decidieron que Ambato sería su hogar y desde ese momento se dedicaron a aportar a la ciudad desde la gastronomía.

El negocio comenzó con la preparación de morocho, luego doña Mariana ofreció también fritada, pero fue su cuñada quien le recomendó que debería hacer caldo de 31. “Gracias a Dios ella comenzó a prepararlo y surgió mucho, mi mami hacia una cierta cantidad y venían estudiantes y personal de la universidad y al medio día ella ya terminaba todo y era feliz”, contó.

Con el tiempo y con el número de comensales creciendo se sumaron más platos como las papas con librillo, papas con cuero, mote con chicharrón, entre otros.

Aquí la rutina inicia desde las 05:00 donde todo comienza a prepararse para asegurar la frescura de los platos.

“A las 07:30 ya abro y los clientes están esperando, yo trato siempre de que la preparación sea exquisita, tengo mucho cariño cuando cocino, por eso tenemos familias que tienen hasta cuatro generaciones comiendo aquí, es emocionante cuando dicen que comían aquí con abuelitos y ahora les traen a los hijos o nietos a comer”, comenta.

Para Aída el secreto más grande del sabor del caldo que prepara radica en el amor que le pone al cocinar. “Gracias a Dios yo tengo el ejemplo de mami, yo aprendí de su forma de hacer, de la sazón, es especial, ella me decía que todo cuando se hace con amor y con gusto sale bien”, aseguró.

Estos caldos son tan apetecidos que se los llevan a New York, pues varios son los ambateños que extrañan el sabor de su ciudad y que piden que les envíen. “Mando en tarrinas el menudo y les enseño como pueden preparar allá, pero hay quienes desean llevarse todo, se le congela unos cinco días, se le embala bien y se lo llevan, para ellos es la golosina”, afirmó.

Hace un par de semanas envió 16 tarrinas a Estados Unidos. Dicen que no se compara el sabor, un día una señora me dijo que le mande también las papas, le dije que el sabor calentado no va a ser igual, pero me dijo que el sabor de las papas de allá y de acá no son iguales, así que le mandamos con cuero, librillo y menudo”, contó.

Doña Aída sigue manteniendo el sabor original enseñado por su madre, atiende y trata a sus clientes con el mismo amor que una mamá. Los caldos están ubicados en Ingahurco en las calles Venezuela y Bolivia.

Las gallinas de Pinllo

En una de las parroquias más tradicionales de Ambato se encuentra este restaurante que tiene más de 70 años de tradición y que ha sido uno de los lugares favoritos para comer de varias generaciones.

Este sabor resulta único, tanto así que incluso los presidentes del país no han aguantado las ganas y pasaron por este lugar para disfrutar de la deliciosa gallina acompañada de papas y salsa.

Casa el Recreo es uno de los lugares tradicionales para disfrutar de este rico plato, inició con su actividad hace casi 80 años, Ernestina Lagos y Adán Villacreses fueron los fundadores e impulsores de este sabor característico de Pinllo.

En 1943 doña Ernestina comenzó el negocio preparando chugchucaras, pero decidió darle un giro al negocio poniendo como plato principal a la recete de la gallina, papas y salsa que preparaba su madre, esto fue el inicio de una tradición que ahora es un punto obligado para quienes visitan Ambato.

El nombre de Casa el Recreo se debe a la serie de juegos que existían en el lugar, pues antes era un sitio de recreación y descanso con juegos como ‘el sapo’, ‘el poker’, entre otros.

Uno de los secretos es la preparación en leña de las gallinas que son adobadas con una serie de especias seleccionadas cuidadosamente y en cantidades que permiten disfrutar el sabor de la carne, pero además dejan sentir el sabor de cada hierba y polvo que lleva.

La gallina se sirve acompañada de papas, salsa y el consomé que no puede faltar, aquí también se ofrecen otros platos como mote con chicharron, habas y más productos de la zona. Las gallinas de Pinllo Casa el Recreo está ubicado en la parroquia Pinllo en las calles Nieto Polo del Águila entre Cosmos y Democracia.

Los helados de Ficoa

Una tradición para niños, familias y enamorados ha sido la de tomar un helado y caminar por Ficoa aprovechando la tranquilidad del espacio, mientras se disfruta de los ricos sabores que surgen al combinar ingredientes y frutas de la ciudad.

Teresa Vargas es la fundadora de la Heladería el Chinito, ella tiene 84 años e inició hace 54 con la preparación de los helados. Ella cuenta que en un inicio se dedicaba a la elaboración de zapatos de niño que los vendía al por mayor, pero que un día se cansó de esta actividad y decidió darle un giro a su vida.

“Ya me cansé y dejé de hacer zapatos, me puse a hacer helados, francamente nunca he comprado los helados para luego revenderlos, como lo hacen en otros lugares, sino siempre han sido creaciones propias”, asegura.

Entre los más vendidos se encuentran los de frutas, coco, coco y mora, chocolate con vainilla, ron pasas, chicle, entre otros que son resultado de las recetas que doña Teresa ha hecho por años.

Yo iba probando y haciendo, el de coco por ejemplo es puro, yo mismo le muelo la pulpa, todo me salió muy bien, puedo decir que desde los primeros años nos fue bien, porque tenía bastante clientela, me faltaban manos para hacer y vender los helados”, asegura.

Doña Teresa comenta que siempre tuvo competencia, pero que nunca la vio como una amenaza, pues su clientela siempre prefirió el helado que ella elaboraba.

El nombre de la heladería es en honor a su hijo el ‘Chino Freire’ exjugador del Macará.

El proceso para la elaboración de los helados es 100% artesanal, desde la selección de la fruta hasta el momento de congelar son supervisados y hechos por doña Teresa.

El sabor de los helados ha hecho que varias personas los compren por cientos para llevarlos a otros lugares del Ecuador. “Por ejemplo, para Quito me compran 500 helados cada 15 días, incluso aquí en Ambato varios lugares se llevan mis helados para venderlos”, asegura.

Pero la heladería no se quedó con los sabores tradicionales y ahora ofrecen nuevas variedades, con recetas innovadoras.

“Me siento orgullosa porque dando gracias a Dios seguimos haciendo los heladitos, con los nuevos helados nos va bien se venden bastantes y los llevan hasta para las fiestas”, asegura.

Colada morada en Atocha

Un lugar único en Ecuador es Atocha, aquí se puede saborear la deliciosa colada morada los 365 días del año, no importa que sea Semana Santa, Navidad o Año Nuevo, aquí siempre habrá un vaso de este manjar esperándole.

En Atocha hay varias formas de acompañar la colada morada con pan o empanada hecha en horno de leña, o con empanadas de viento que tienen diversos rellenos y son fritas en una paila, volviéndose en una de las acompañantes más apetecidas.

Blanca Tibán es parte de quienes preparan colada morada desde hace varias décadas, ella nació en Atocha y aprendió a preparar esta bebida desde niña, pues ella trabajó para otras familias del sector.

Doña Blanca recuerda a Atocha de su niñez como un lugar donde no existían muchas personas. “El tren pasaba por aquí rosando mi casa, antes de que hicieran el camino mi casa era acá arriba, pero cuando hicieron el camino quedó abajo porque rellenaron todo esto”, cuenta.

Blanca tiene 70 años de edad y mantiene el carisma y la energía para preparar la colada morada y atender a sus clientes con su típica sonrisa como el primer día. “Trabajé con los señores López y de ahí con la señora Blanca Martínez, que ella decía la mazamorra lila, poníamos todo en la olla una sola, después con unos cursos aprendimos de cómo preparar de una mejor manera”, cuenta.

Doña Blanquita ha sido testiga del crecimiento de Atocha, sus primeros puestos estaban ubicados afuera del colegio Pio X, ahí vendía en una pequeña carpa roja, luego la reubicaron afuera de su casa, en la calle.

“El doctor Torres estaba para candidato a alcalde, él vino a la colada y un camión grandote sin frenos casi se nos fue llevando a todos, entonces ahí nos dijeron que debemos meternos, ahí yo misma hice la vereda de mi casa, trajimos las piedras del río”, asegura.

Tibán cuenta que hace varias décadas la colada morada solo se vendía los fines de semana, pero con una amiga del sector decidieron salir todos los días desde la mañana.

“Viendo que sí se vendía comenzamos a salir todos los días, lo de venderlo con las empanadas que tienen relleno de pollo, queso, carne o camarón, también surgió de otra idea al ver que los clientes ya no querían solo pan, ahí mi cuñada empezó a hacer las empanadas”, asegura.

Doña Blanquita Tibán cuenta que el secreto del sabor se encuentra en utilizar harina morada, las frutas y especias de buena calidad, además, de cocinar con amor, como si fuera para la propia familia. Su local está ubicada en la avenida Rodrigo Pachano frente al colegio Pio X.

Los llapingachos del Monito Peralvo

Si por algo es conocido Ambato, es por su tradicional plato que en los últimos meses alcanzó la fama al ser escogido como el segundo plato compuesto por papa más rico del mundo, uno de los espacios donde por tradición se puede encontrar este plato es el mercado Central.

Aquí entre los más destacados están los llapingachos del Monito Peralvo, receta que lleva cuatro generaciones, el fundador es Julio Peralvo conocido como ‘monito’ porque era oriundo de Guayaquil, que al casarse con una ambateña tomó a la ciudad como su lugar de residencia. Desde hace 12 años Julio Jijón Peralvo (nieto) y su esposa Paola Salazar se hicieron cargo del negocio y decidieron preservar la tradición de la receta y de los ingredientes.

“El abuelito de mi esposo hacia su propio chorizo, le daba su toque de la costa al chorizo ambateño, nosotros seguimos con ese mismo chorizo, la persona que trabaja en aquel tiempo con don Julio aprendió la receta y ahora es quien nos entrega el chorizo con esa receta original”, comenta Paola.

Salazar es la encargada de la atención al cliente y del negocio, ella cuenta que es un honor el poder seguir con esta tradición ambateña y con el sabor único del Monito Peralvo.

“A más del cariño que le ponemos, es importante la manteca de chancho, el tradicional chorizo ambateño, todo esto le da el toque especial”, asegura.

El sabor de sus llapingachos ha sido el deleite de autoridades, reinas, artistas y del exigente paladar de los ambateños. “A todos hemos dado un buen trato  a presidentes a los que se les quiere y a los que no, con tal de que haga gasto”, comenta entre risas Salazar.

Pero el negocio también ha pasado por momentos difíciles como la pandemia, en donde por varias semanas cerró el mercado, luego los horarios difíciles, pero gracias a los clientes que extrañaban el sabor del llapingacho y lo pedían para la casa se pudo sostener en el tiempo.

“La sazón y el negocio es familiar, mi esposo sabía desde siempre ayudar a su abuelito, cuentan que antes madrugaban desde las 04:00 a moler las papas, hasta el yahuarlocro aprendió”.

Para Salazar es motivo de felicidad el poder seguir con el legado y escuchar a quienes llegan a comer que traen ahora a sus nietos para que sigan disfrutando de los tradicionales llapingachos.

“Lo que nos distingue, es el cariño, la sazón y que toda la comida es del día, debe ser fresca, cuando nos sobra algo nos llevamos a la casa con los empleados o lo regalamos a las personas que llegan al mercado,  no se puede guardar la masa de las papas porque contiene queso, mantequilla y eso guardado no va a saber igual”, asegura.

Tuty Fruty Doña Elvita

Los jugos de Doña Elvita son parte de la tradición ambateña, aquí hay de todos los sabores y para cualquier ocasión, incluso hay los que prometen quitar un chuchaqui, mejorar la vigorosidad y proveer de vitaminas al cuerpo.

Elvita de Núñez es quien está al frente de este emprendimiento que se encuentra en el segundo piso del mercado Central, ella es quien atiende, recomienda y mima a sus clientes con la clásica yapa que no puede faltar.

Son 24 años que doña Elvita, como todos la conocen, prepara los jugos, ella cuenta que su madre fue de las primeras vendedoras de legumbres del mercado Central, por lo que su niñez la pasó en este espacio de donde tiene recuerdos de esfuerzo y de trabajo desde que era niña.

Doña Elvita confiesa que su niñez fue triste en el mercado, porque sus padres no tenían los recursos necesarios para atender sus necesidades básicas, por lo que tuvo que trabajar desde muy pequeña con señoras a quienes tenía que ayudar.

“Cuando acabé la escuela y salí de mi casa, hice mi vida sola y me casé, Dios me bendijo con este lindo trabajo y mis bellos hijos”, cuenta.

El gusto que ella tiene por su espacio y por la atención a los clientes se puede notar en cada momento, que con halagos y una sonrisa llama a quienes pasan por su puesto para que se acerquen a tomar sus jugos.

Para mí es lo más lindo serviles, con mucho aprecio, me he sentido contenta siempre de poder tener un puestito de jugos, Dios me ha dado experiencia y sabiduría”, afirma.

El encuentro de Elvita con su vocación se da luego de que migró hacia Europa y fue deportada, quedándose con varias deudas que en un inicio le parecían impagables, ante esto su madrina de matrimonio Piedad Porras le pidió que trabaje con ella, con el tiempo Elvita le tomó gusto a este trabajo y se hizo cargo.

Yo si digo fue el destino, porque me fui con muchos anhelos para allá, pero no se dieron las cosas como pensaba, gracias a Dios me encontré con esta bendición que me ha dado tanto lo que yo anhelaba para mis hijos”, manifiesta.

Doña Elvita tiene muchas anécdotas gracias a quienes se convirtieron en sus clientes, pues de sus jugos han degustado una gran cantidad de personajes políticos y artísticos. “A todos los acojo con los brazos abiertos, no importa quienes sean, siempre les doy cariño y les recibimos de la misma forma”, cuenta.

Con el tiempo doña Elvita decidió comenzar a trabajar en su propia marca, salir a ferias, visibilizar su emprendimiento, incluso es auspiciante de la Fiesta de la Fruta y de las Flores por varios años, ahora trabaja con su esposo y su hija Andrea, quienes han expandido el negocio a otros cantones y espacios.