En manos del presidente Daniel Noboa está convertir la crisis del sector petrolero en una oportunidad o una tragedia

PRODUCCIÓN. El sector petrolero está lleno de ineficiencias y caros subsidios.
PRODUCCIÓN. El sector petrolero está lleno de ineficiencias y caros subsidios.

La guerra entre Israel y Hamás subiría el precio del petróleo hasta los $100 por barril, pero también dispararía los subsidios y las importaciones. La focalización es urgente.

Si la guerra entre Israel y Hamás se prolonga en el tiempo y se extiende por Oriente Medio, el precio del barril de WTI (que es el crudo de referencia para Ecuador) podría escalar hasta los $100.

Esta posibilidad, que a primera vista puede parecer una buena noticia para los escasos ingresos estatales de Ecuador, también podría dar como resultado que se disparen las importaciones y el subsidio a los combustibles.

En 2022, ese subsidio sumó $4.500 millones y las importaciones de gasolinas y naftas llegaron a los $7.446 millones.

En 2023, solo el subsidio podría ser de al menos $5.000 millones (igual al déficit fiscal proyectado); pero con un crudo a más de $100 por barril se podrían disparar los costos de manera considerable en 2024.

Actualmente, como consecuencia directa de la guerra entre Israel y Hamás, ya ha aumentado el precio de los fletes petroleros (costo de la logística) en hasta 50% de al menos 16 rutas comerciales.

¿Reforma o focalización?

En este escenario, los subsidios podrían escalar a más de $6.000 millones y las importaciones superarían los $10.000 millones en 2024.

Por eso, el presidente electo, Daniel Noboa, tendrá que tomar decisiones difíciles porque de lo contrario los buenos precios de las exportaciones petroleras se evaporarán y las cuentas fiscales se complicarán, pues ya se prevé un déficit de entre $5.000 millones y $7.000 millones.

Así, la disyuntiva de Noboa, apenas se siente en Carondelet, estará entre una reforma tributaria (con más impuestos) o buscar un pacto social para focalizar y reducir el subsidio a los combustibles, a cambio de protección a los más pobres y la generación de espacio para más inversión pública.

No existe almuerzo gratis. El país se ha vuelto adicto a los subsidios y a la importación de combustibles y electricidad. Si no se corta esta realidad, la factura se paga por otro lado vía más impuestos, más endeudamiento, menos inversión, menos servicios y menos gasto para seguridad, salud y educación”, puntualizó Carlos Alberto Arias, ingeniero petrolero y consultor empresarial.

La focalización debe ser gradual, es decir, no de golpe, pero es insostenible que el gasto en subsidios en 2022 ya superó lo invertido en salud o educación y hasta haya triplicado el gasto en bonos y ayudas sociales directas.

El diésel concentra el 60% de los subsidios a los combustibles. Su precio artificialmente bajo en el mercado interno ha favorecido el contrabando, los desvíos y el mal uso.

Incluso, distribuidores (dueños de estaciones de servicio) y las autoridades energéticas (con Petroecuador a la cabeza) se han embarcado en una disputa por cupos de venta que han llegado a provocar escasez en varias zonas del país.

“El presidente Noboa debe transparentar el manejo de Petroecuador y transparentar los costos porque el país no puede seguir perdiendo dinero y oportunidades”, añadió Arias.

La semana pasada se compraron 4,6 millones adicionales de barriles de diésel y se alcanzó el récord histórico de importaciones de 26 millones de barriles.

Ya se está importando más de lo que se está exportando porque los derivados tienen un precio más alto (casi del triple).

Solo desmontando y transparentando los subsidios, la ciudadanía va a exigir compras e inversiones más eficientes y va a estar más atenta a los malos manejos, explicó Roberto Domínguez, ingeniero en minas y petróleos. (JS)

Reactivar la producción petrolera

A la par de transparentar y desmontar subsidios, Noboa debe implementar una estrategia para reactivar la producción petrolera. Esa producción viene en caída desde 2015.

Actualmente, según el empresario vinculado al sector petrolero, Nelson Baldeón, Ecuador está fuera del mapa petrolero mundial, es decir, los inversionistas se saltan al país.

En los pocos meses que tendrá Noboa en el poder no se podrá solucionar todo, pero al menos sí se debería apuntar a hacer tres cosas básicas: sacar la ronda Intracampos, rescatar la licitación del campo Amistad y del bloque 16, y reactivar pozos petroleros.

Ya a finales de 2019, cuando se discutía en la Asamblea el Presupuesto General del Estado de 2020, se proyectaba una caída de 83.000 barriles en la producción diaria hasta 2023 si no se invertía en exploración y perforación de pozos.

En el próximo Gobierno se necesitará la labor coordinada de tres ministros para revertir la falta de inversión no solo en petróleo, sino en todos los sectores productivos.

El ministro de Ambiente debe entrar a destrabar la concesión de 22.000 licencias ambientales que están represadas.

El ministro de Economía debe comprometerse a dar los recursos que les corresponden a entidades como Petroecuador para inversiones.

A su vez, Noboa tendrá que escoger a un ministro de Energía que sea un “perfil técnico nuevo, con nuevas ideas y no otro más del grupo de los mismos que han rotado en los puestos claves desde hace años”, recalcó Arias.

Desde 2019, la producción diaria de crudo se ha reducido de un promedio de 521.000 barriles a alrededor de 480.000 barriles en 2023.