Bancos ecuatorianos están sólidos y lejos de feriados bancarios

REALIDAD. La confianza de los clientes en los bancos no decayó con la pandemia
REALIDAD. La confianza de los clientes en los bancos no decayó con la pandemia

Los bancos en el país están sólidos y tienen casi 300% de reservas sobre su cartera vencida. Los depósitos no solo no han caído, sino que aumentaron casi 13% en el último año.

Uno de los desencadenantes de la crisis de 1999 fue que la cartera vencida de los bancos, es decir los préstamos otorgados que no se podía cobrar, se disparó hasta ser cuatro veces las provisiones de las instituciones financieras. En otras palabras, los bancos que quebraron no tenían suficiente dinero para cubrir las pérdidas generadas por los clientes morosos.

Esos clientes morosos fueron el resultado de varias crisis que se juntaron: fenómeno del niño, enfermedad de la mancha blanca (industria camaronera), inflación indetenible que disparó las tasas de interés (Banco Central emitía sin control sucres para cubrir un gasto público cada vez más ineficiente), entre otras.

Actualmente, aunque hay pedidos de que las tasas de interés bajen, no estamos ni de lejos en la situación de 1999.

Además, según cifras de la Asociación de Bancos Privados (Asobanca), a pesar del duro golpe de la pandemia, las instituciones financieras tienen provisiones de más de 276%, lo que significa que por cada $1 en cartera vencida se tiene casi $3 en reserva, en caso de que no se puede recuperar el dinero. Ese nivel es el tercero más alto de América Latina.

Dentro del último informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre Ecuador, con corte a octubre 2021, se establece que el sistema financiero ecuatoriano está sólido y los depósitos de los ciudadanos están bien resguardados, incluso con un manejo más técnico de las reservas que están en el Banco Central del Ecuador (BCE).

Al momento, los bancos tienen depósitos por $39.078 millones, los cuales han crecido casi 13% en el último año. En la crisis de 1999, el sistema perdía cada día millones de sucres en depósitos.

La cartera o los créditos entregados suman $32.094 millones, con un crecimiento de casi el 12% en doce meses. Todavía se debe trabajar en inclusión, en que más personas y empresas accedan al crédito, pero una de las principales limitantes para eso ha sido la política estatal de establecer techos máximos para las tasas de interés.

El Gobierno se ha comprometido a concretar la implementación de una nueva metodología del cálculo para las tasas de interés. A la par, ya se ha reducido los segmentos de crédito a 13, cuando antes superaban los 20.

Sin embargo, la reducción considerable de esas tasas no es tema de corto plazo y está ligada a otros problemas cómo el manejo fiscal, la inversión, el empleo, entre otros.

Hackeo no pone en riesgo depósitos

Roberto Andrade, ingeniero en sistema y con experiencia en tecnología bancaria, explicó que el ataque cibernético que está sufriendo Banco Pichincha afecta a parte de la funcionalidad del sistema y es muy sofisticado.

» Cada vez se refinan y complejizan este tipo de ataques; pero no están en riesgo los depósitos de la gente. Lo que buscan los hackers es obtener información de los clientes para realizar estafas o venderlas; pero el banco debe poner en marcha su plan de contingencia para minimizar el daño», acotó.

En agosto de 2021, la superintendente de Bancos, Ruth Arregui, aseguró que “el avance de la tecnología ha permitido también el avance de los delitos alrededor de la tecnología”.

Además, puntualizó que ese ente de control tiene una metodología de supervisión por riesgos.

“Hay procedimientos de supervisión y un marco normativo que obliga a las instituciones a generar medidas de contingencia, identificación y de mitigación de riesgos. En octubre del 2019 exigimos a las instituciones financieras actualizar su plan de contingencias”, acotó.

En este sentido, todos los bancos están obligados a invertir en tecnología y personal que pueda contrarrestar ataques informáticos con el menor daño posible.

A nivel regional, más de una treintena de instituciones financieras, entre medianas y grandes, han sufrido hackeos de menor o mayor intensidad. En promedio, y dependiendo del nivel del ataque, el control inicial puede tomar hasta más de 10 días. (JS)

Estado al servicio de subsidiar ineficiencias privadas

En total, 28 instituciones financieras quebraron durante la crisis de 1999. En esas instituciones se llevaron a cabo malos manejos como préstamos vinculados (dinero entregado sin sustento a accionistas y sus negocios), pocos o nulos controles de cartera e incluso operaciones de especulación y lavado de activos.

En ese tiempo, la Superintendencia de Bancos no cumplió su papel de supervisión y no exigió correctivos a tiempo. Además, el Banco Central del Ecuador, en su papel de prestamista de última instancia, entregó, sin criterio, recursos para que instituciones en problemas solo ganen tiempo, pero no mejoren su situación.

La mayoría de esos recursos se entregaron emitiendo  más sucres sin ninguna base en la realidad del país.

Los bancos que sobrevivieron a esa crisis no tuvieron actuaciones irregulares ni se beneficiaron de dineros públicos. Incluso la comisión de la verdad, creada por Rafael Correa, no pudo establecer malos manejos de las instituciones que ahora siguen en el mercado.

¿Ganan demasiado los bancos ecuatorianos?

Por cada $1 qué los bancos ecuatorianos tienen en patrimonio, la utilidad que reciben es de un poco más de $0,06. Con ese nivel, el país se ubica en el puesto 14 dentro de América Latina.

En los primeros puestos están los bancos uruguayos, dominicanos, brasileños, chilenos y guatemaltecos, los cuales generan una ganancia que va desde más de $22 y $16 por cada $1 en sus patrimonios.

Según datos de la Asociación de Bancos Privados (Asobanca), las instituciones financieras del país registraron una utilidad de $81,15 millones, hasta a marzo de 2021. En los vecinos más cercanos, Colombia y Perú, los montos sumaron $593,31 millones y $263,01 millones, respectivamente.

Ecuador debe mejorar sus niveles de acceso al crédito y de inclusión financiera, pero sus gastos operativos son menores que en las economías peruanas y colombianas.