Soberanía y paz para Galápagos

Durante las últimas semanas, las islas Galápagos han servido de escenario de hechos lamentables. Primero fue el uso indebido de fuegos artificiales, que desató una polémica internacional y tuvo repercusión en el Gobierno. Luego, hace pocos días, uno de los principales periódicos estadounidenses publicó un amplio reportaje en el que se refiere al archipiélago como “gasolinera” de narcotraficantes. Ecuador corre el riesgo de permitir que las islas se deslicen hacia la anarquía, incluso ante los ojos del mundo.

El descontrol en el archipiélago no es nuevo. Galápagos ha sido testigo de incautaciones de droga cada vez mayores y de un preocupante volumen de tráfico de armas, todo precedido por el tráfico de tierras y el testaferrismo.

La infiltración del crimen organizado ocurre durante un crónico desabastecimiento, causado por descuido del Estado y de un régimen obsoleto sin voluntad política y económica de corregir. Hace menos de un año, el muy anunciado canje de deuda por conservación que llevó a cabo el Gobierno de Guillermo Lasso llegó cargado de promesas que aún no se materializan.

Desde el punto de vista geopolítico, el archipiélago es el área más importante del país. Conforme el protagonismo del Pacífico siga aumentando, junto con las perspectivas de una posible confrontación entre grandes potencias en la zona, las presiones sobre las islas aumentarán. Igualmente, es parte de la arteria del narcotráfico que une a los países productores con los intermediarios de México y Centroamérica. Mantener la soberanía en las islas y evitar a toda costa que se contagien de la violencia del continente debe ser prioridad nacional.