El IESS y la crisis avisada

El Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social se está hundiendo, tal y como hemos advertido. La cadena se rompe por el eslabón más débil; el sector de salud del IESS, sin autonomía financiera y condenado a los caprichos del Ministerio de Economía, enfrenta problemas de liquidez y cuentas por pagar. Es el primer síntoma de una crisis sistémica que el país se niega a enfrentar con terquedad infantil.

La seguridad social ecuatoriana está construida sobre supuestos —permanente crecimiento económico y demográfico—. A ello, se suman elementos bienintencionados pero imprudentes que tornan al sistema todavía más frágil —el concepto de solidaridad, que desincentiva la afiliación en momentos de crisis; la garantía estatal, en la que ya nadie cree y que es apenas una herramienta para justificar el dispendio; la mezcla de salud y pensiones en un solo sistema, algo inusual y contraproducente.

El resultado es predecible: una deuda estatal permanente; falta de liquidez en el área de salud; una masa de afiliados que no crece lo suficiente y en algunos campos disminuye. Sin embargo, los ofrecimientos populistas siguen y valiosas propuestas de reforma son rechazadas irresponsablemente.

Si la crisis del IESS se ahonda, los efectos se sentirán en toda la economía —salud privada, banca, sector inmobiliario, mercado laboral, etc. –. Hoy, no es justificable el mismo cortoplacismo y visión de quienes hace casi un siglo diseñaron el sistema.