Rogelio Morales Cattani
Según el poeta místico Muhammad Rumi, lo que el ser humano busca como fuente de inspiración y desarrollo suele estar dentro de nosotros mismo, aunque no siempre lo podemos ver, es esa voz interior que te estimula y orienta hasta alcanzar una meta. Así debería ser, aunque no siempre se alcance.
Si queremos conseguir algo de manera honesta y desinteresada, lo ideal es ser auténticos en nuestros actos y comportamiento, cumpliendo básicamente tres requisitos. Uno, tener un “deseo ardiente” de hacer las cosas que nos parecen buenas y justas. Dos, tener un “deseo concreto” priorizando las necesidades. Tres, tener un “deseo constante” sin perder la fe.
Es evidente que se pierde autenticidad y credibilidad cuando los intereses políticos o económicos están sobre la razón, o cuando los sentimientos desaparecen y prevalecen las ambiciones.
Cada vez estamos rodeados de más personas que han acumulado sus antecedentes en forma negativa y no como fuente de experiencia. Son los que continuamente se victimizan y culpan a todos y a todo, son a los que no les falta excusas y viven resentidos y renegando, alimentando el rencor y el odio que son sentimientos que no dan buenos frutos, son los desvergonzados oportunistas que no respetan nada, ni a nadie.
Posterior a cualquier crisis, suelen venir períodos de tranquilidad, siempre que meditemos y orientemos positivamente nuestra mente y nuestras acciones dirigidas a lograr la paz interior con armónica convivencia. Muhammad Rumi asevera que: “la cicatriz es el lugar por donde entra la luz”.
Nuestro pueblo lleno de cicatrices algún momento despertará, manifestándose con un deseo “ardiente”,“concreto” y “constante” que le permita identificar a sus agresores que se aprovechan de su esfuerzo y se roban los fondos públicos y quienes quieren limpiarse la conciencia, con papeles americanos de color verde.