La represión de los delincuentes

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Carlos Freile

Como es notorio, en los últimos días un grupo de políticos de izquierda, de dentro y fuera del país, acolitados por algún despistado ilustre y por varios desconocidos, han lanzado un proclama en defensa de un conocido delincuente condenado por la justicia quien fracasó en su intento de fuga.

Uno de los mayores presidentes que ha tenido el Ecuador, y el más calumniado, Gabriel García Moreno, afirmó: “El patíbulo del malvado es la garantía del hombre de bien”. De sus acciones se colige que los malvados no eran tan solo los asesinos, los piratas de Jambelí, los bandoleros de Tíopullo o los ladrones urbanos; también se refería a los malvados distinguidos: los generales caudillos de revueltas cuyo resultado consistía en muchos muertos, con la secuela de huérfanos y viudas, destrucción de bienes y el agravamiento de la pobreza… no descartaba a los ladrones del fisco, a los tramposos en los negocios, a los desfalcadores, a los sembradores de desorden e inseguridad; en pocas palabras incluía a todos quienes se empeñaban en entorpecer el progreso de la Patria.

Explicaba su tesis con las siguientes palabras: “Un castigo ejemplar deja satisfecha la justicia, fortificada la moral, consolidado el orden público y afianzado por largo tiempo el imperio de las leyes y de la voluntad del pueblo.”

Los defensores de nuestros delincuentes deberían recordar que estos fulanos han sido condenados en juicios justos, no amañados, bajo un régimen legítimo y democrático; no se trata de inocentes perseguidos políticos víctimas de tiranos sangrientos. Aquí se ha tratado de “dejar satisfecha a la justicia”, también porque, en decir del propio presidente citado: “No hay libertad donde no hay justicia.” Esta última tragedia la experimentamos los ecuatorianos en carne propia durante la década cancerígena. No queremos que vuelva a reinar la injusticia, el latrocinio, la picardía, el compadrazgo cómplice, por eso exigimos que los delincuentes vayan a la cárcel, tanto los comunes de garrote y machete como los de escritorio y computadora.

Todavía siguen vigentes las palabras sensatas de García Moreno ya citadas, y estas otras: “El pueblo ecuatoriano es bueno… pero le quieren extraviar, le quieren perder algunos, corrompiéndole; otros le hacen traición representando muy mal sus intereses; otros le escandalizan con ejemplos depravados; ilustremos, pues, al pueblo, moralicémosle, sustraigámosle al influjo funesto de los malos… y habremos salvado a la familia ecuatoriana”. ¿Aceptaremos que pelafustanes ignorantes de la realidad o manchados por sí mismos nos señalen un camino de impunidad para los delincuentes que nos robaron a los ecuatorianos no solo ingentes cantidades de dinero sino la posibilidad de entrar en el camino del progreso y la dignidad?

En respuesta a esa pregunta todos los ecuatorianos deseosos de ser hombres de bien debemos pelear por una administración de justicia limpia e imparcial y para ello apoyar con fuerza a quien lleva adelante ese proyecto indispensable para el bienestar nacional: la señora Fiscal General del Estado, Sra. Dra. Diana Salazar M.