Quien cae en la apatía, en la indiferencia, colabora con quienes destruyen al país: Jaime Costales 

El académico, analista y escritor es partidario de una revolución pacífica en el país.
El académico, analista y escritor Jaime Costales. (Archivo)

Los golpes que ha recibido la nación tienen consecuencias en la ciudadanía. Algunas son evidentes, como la autocensura. Pero otras son imperceptibles. Y aparecen bajo la lupa del especialista Jaime Costales.  

La crisis nacional sí tiene efectos en la ciudadanía. Para develar los efectos de los múltiples acontecimientos, de seguridad, políticos, sociales y económicos, pero en especial de las salidas, este Diario pidió el diagnóstico y la receta de un especialista. 

Jaime Costales Peñaherrera es una de las voces autorizadas para este reto. Él, doctor en Política y Administración Pública, en el área de Psicología Política, máster en Salud Mental, Novelista, poeta, académico, respondió preguntas sobre los efectos. Algunos que parecen titánicos, en especial, la disminución del amor por nuestro propio país, la autocensura y el silenciamiento colectivo, advierte Costales. 

Pero también nos ofrece salidas, que aparecerán al convertirnos en actores eficientes e inspiradores de mejorar las relaciones humanas y sociales, en todos los escenarios. Lea esta entrevista.   

P. Parece que el país vive un luto desde hace medio año. ¿Cree que los ecuatorianos cambiaron desde el último proceso electoral o no les interesa lo que está pasando?

Sí, estamos en luto, y lo más grave es que todas las patrañas de la política fomentan la desesperanza de muchos ciudadanos, además de que la repetición incesante de fracasos en el liderazgo político, produce cansancio, apatía, y desensibilización en muchos ciudadanos. La conciencia colectiva de los ecuatorianos está muy debilitada y degradada, y ha disminuido el vínculo de amor por el país, en mucha gente.

P. A pocos días de finalizar el 2023 parece que hay autocensura o silenciamiento. ¿El asesinato de Fernando Villavicencio, del 9 de agosto pasado, tuvo repercusiones en la sociedad ecuatoriana? 

El magnicidio de un ciudadano tan valeroso, que luchaba sin tregua contra los molinos de viento de la corrupción, produce un grave impacto en la psique colectiva del país. Primero, el impacto brutal de la noticia. Segundo, la pérdida de un candidato que tenía serias posibilidades de pasar a la segunda vuelta, y en ese caso, podía derrotar al correísmo, pues su lucha fundamental fue contra aquel sector malévolo de la política. En ese plano, el asesinato de Villavicencio, es además una forma brutal de fraude electoral previo. Tercero, el ciudadano común se siente en total abandono respecto a la protección que debe otorgarnos el Estado. Cuarto, el país ve que la marea de las mafias toma más y más fuerza. Todos esos aspectos, en conjunto pueden llevar a muchos a la autocensura y al silenciamiento colectivo.

P. Tras palos, piedras. El caso Metástasis devela una parte de la infiltración del narcotráfico en el Estado. ¿Cómo ayudar a la ciudadanía a procesar esto y quiénes están obligados a hacerlo?

El caso Metástasis es una estremecedora tomografía de la degradación de nuestra sociedad, invadida por la corrupción de funcionarios públicos y mafias. Hay que verlo como una alerta roja de la gravedad del desmoronamiento de la estructura social y política del país, y sobre todo entender que necesitamos una reacción colectiva para apoyar las heroicas acciones de la fiscal Diana Salazar, desde todos los sectores. Es crucial que el presidente Daniel Noboa exprese su total respaldo a la Fiscal General, y actúe en concordancia dándole la mayor protección policial, e incluso solicitando abiertamente respaldo internacional para que las acciones de la Fiscalía avancen eficazmente en la dirección correcta, para desmantelar la estructura de corrupción que agobia al Ecuador, y causa tanta violencia, pobreza y conflicto social. Cada ecuatoriano que ame al país, a su familia, su ciudad o poblado, tiene que sumarse a respaldar la defensa de la democracia, y el freno a la ola delincuencial. Nuestra democracia y nuestra libertad están en sala de emergencias y necesitan terapia intensiva, para evitar que el Ecuador se degrade más y más entre la violencia, la corrupción y la apatía ciudadana. Quien cae en la apatía, en la inacción o en la indiferencia, colabora con quienes destruyen al país.

P. Pese a este escenario la ciudadanía, según la últimas encuestas de Ipsos y Comunicaliza, tiene esperanza en el 2024. 37% de los ecuatorianos creen en un mejor futuro del país y un 41% tienen un sentimiento optimista. ¿Cómo interpretar esto?

Es típico que, al finalizar un año, especialmente uno tan turbulento en el país, como 2023, las personas se aferren a una esperanza de que la vida mejorará. Es la condición humana, sostenerse en la esperanza como un náufrago se agarra a lo que tenga a mano. Pero hay dos tipos de esperanza, según lo propuso el gran sabio de la psicología social, Erich Fromm: la esperanza pasiva, se trata solo de esperar que las cosas cambien para bien, sin hacer nada para conseguir ese cambio. Esa esperanza abunda en el Ecuador, y es un sobrepeso, porque no da resultado y, al contrario, fomenta paradójicamente la desesperanza y el derrotismo. La esperanza útil, es la que Fromm llamó esperanza activa, que no se queda en el mero anhelo de que mejoren las circunstancias, sino que se concentra en un esfuerzo grande de las personas por actuar de manera en que la situación mejore. Es ésta esperanza activa la que necesitamos poner en acción urgentemente, y para eso se necesita que nos empeñemos en algo que vengo proponiendo por décadas: el Ecuador necesita un proceso profundo de psicoterapia social, que nos saque de la desesperanza, y de la esperanza pasiva: hay que curar la psique colectiva de los ecuatorianos, para incrementar la esperanza activa, es decir, lograr que cada vez más ciudadanos se ocupen valerosa, heroica, inteligente, eficaz y creativamente, en construir soluciones a los grandes problemas que nos aquejan como pueblo.

P. ¿Cómo hacerlo?

La gran revolución que necesitamos realizar, no es de esas “revoluciones” chimbas, como el corrupto socialismo siglo XXI. Es, por el contrario, una transformación evolutiva de la conciencia colectiva, que se sostenga en una autoimagen mejorada de los ecuatorianos: volver a sentir que valemos mucho como seres humanos y como pueblo, y que merecemos vivir en un Ecuador democrático, con bajos niveles de violencia y mínima corrupción, un Ecuador libérrimo que no es una línea imaginaria, sino un país que simbólicamente sea un centro pacífico y libre que irradie su amor por la libertad. La gran transformación evolutiva es una acción no-violenta en que un buen número de ciudadanos nos ocupemos de irradiar activamente amor activo por el país, la libertad y la democracia, y contagiemos de ello a gran parte de los conciudadanos. No podemos esperar sentados a que el Estado, los gobernantes, o los dirigentes de gremios, iglesias, empresas, academia y medios nos den haciendo el trabajo, sino que tenemos la posibilidad y la misión de convertirnos en actores eficientes e inspiradores de mejorar las relaciones humanas y sociales en todos los escenarios. Ésa es nuestra gran misión. (DLH)