La autocensura se perfila como la primera consecuencia del asesinato de Villavicencio

Seguidores honraron memoria de Villavicencio en el lugar donde recibió el atentado mortal.

El gran debate nacional sobre el control del narcotráfico, el crimen organizado y la corrupción está decayendo. ¿Los asesinos consiguieron su propósito?

El 9 de agosto de 2023 Ecuador sufrió un trauma y los analistas todavía estudian sobre los alcances, qué tan profunda es la grieta que queda en el país.

Ese día fue asesinado el periodista y político Fernando Villavicencio, una persona que, ya alejada del periodismo por su trabajo político, únicamente hablaba y denunciaba los casos de presunta corrupción. Fue cruelmente silenciado con tres tiros en la cabeza por un grupo de sicarios colombianos.

La Policía Nacional y la Fiscalía General del Estado (FGE), con ayuda del Buró Federal de Investigaciones de EE.UU. (FBI, por sus siglas en inglés) avanzan en las investigaciones del caso. Además, este Diario conoció que ya se arman grupos de investigación, desde el ámbito privado, que buscarán también a los autores intelectuales.

En los últimos dos años Villavicencio trabajó desde la Asamblea Nacional y en la campaña electoral, donde competía por la Presidencia. Ya no publicó las contundentes investigaciones a las que tenía acostumbrados a sus lectores, especialmente, en portales digitales dedicados a la investigación periodística.

Recientemente su labor era, precisamente, hablar, amparado en su inmunidad parlamentaria, de los casos de presunta corrupción que nadie quería tocar. Su fuerte era el tema petrolero. Ahí fue implacable.

Antes de su asesinato, la captura de seis personas como presuntos autores materiales, de que su candidatura sea golpeada por la ausencia de un presidenciable y el reemplazo con el periodista Christian Zurita, Villavicencio habló con LA HORA.

En la entrevista con este Diario, publicada el 7 de junio de 2023, se veía ganador: “Como está el país, lo que se advierte es una final entre el candidato o candidata del correísmo y un candidato fuerte que enfrente a esta tendencia. Soy el único que le puede derrotar al correísmo”.

En ese diálogo fue muy claro en su combate al crimen organizado, al narcotráfico y cuatro mafias, si llegaba a la Presidencia de la República. Además, se comprometió a impedir la impunidad de casos conocidos de abusos de derechos humanos y un férreo control antinarcóticos a los puertos marítimos.

A esa persona, con claras ideas (algunos dicen demasiado confrontativas), la asesinaron. Ese crimen, que causó un remesón internacional, tiene una connotación distinta ante cualquier otro. Es que el crimen político, dicho por el ministro de Gobierno, Henry Cucalón, lleva un lúgubre mensaje. “Lo has matado por las ideas que representa. Quiere causar conmoción política. Es obvio que el crimen organizado quiere tener a la sociedad parada, sembrar la incertidumbre. Que nadie los toque. El señor Villavicencio había tocado esa fibra, con su estilo. Era un candidato incómodo para el crimen organizado”, dijo Cucalón.

En los últimos días, el debate nacional de los temas de control a la corrupción, control al crimen organizado, incluso la reforma institucional y el contexto político internacional, va disminuyendo. En algunos casos hay ausencia, dice un estudio del pensador Luis Verdesoto.

Así, los asesinos de Villavicencio, los materiales y los intelectuales, al parecer, que van consiguiendo su propósito. El silencio. (JC)