Huella africana en las tradiciones festivas del Chota

Cultura. Las tradiciones afroecuatorianas están ligadas a sus ancestros, traídos como esclavos desde África desde el siglo XV.
Cultura. Las tradiciones afroecuatorianas están ligadas a sus ancestros, traídos como esclavos desde África desde el siglo XV.

Novenario o arrullo para el Niño Jesús son parte de la identidad de los habitantes del Valle del Chota.

Redacción IMBABURA

En el Valle del Chota, ubicado entre el límite fronterizo de las provincias de Imbabura y Carchi, al norte de Ecuador, desde tiempos coloniales se desarrollaron asentamientos de africanos esclavizados y libres.

Ellos forjaron una sociedad a partir de la particularidad de la diáspora africana en América, conservando ciertos rasgos culturales que se fueron mezclando con otro tipo de culturas.

El historiador Juan Carlos Morales relata que, alrededor de los años 1600, “los primeros negros africanos, como se decía en la colonia, fueron traídos como esclavos al Valle del Chota merced a su adaptación al clima, porque los indígenas morían agobiados del calor y el paludismo”.

José Chalá, en uno de sus textos, menciona que en el siglo XVII, los jesuitas adquirieron grandes extensiones de tierra en la cuenca del río Chota-Mira y Salinas, constituyendo un importante complejo de haciendas cañeras productoras de azúcar, panela, entre las que destaca Caldera, Chalguayacu, Pusir, y Carpuela, en el valle del Chota; Tumbabiro y Santiago de Monjas, en el valle de Salinas; y, en el valle de la Concepción, Cuajara, la Concepción, Chamanal y Pisque.

La Navidad

Con el pasar de los años, la religión católica también se ha fusionado con las tradiciones ancestrales, por lo que ahora es común que cada año se conmemore el nacimiento de Jesús.

“En el mundo afrodescendiente, la figura del Divino Niño, representación apacible de la inocencia y del poder, con el lema ‘Yo reinaré’, convoca la veneración y la esperanza de los devotos, quienes lo solicitan asiduamente por diversos favores”, destaca el Instituto Nacional de Patrimonio y Cultura.

“Nuestros mayores antes celebraban el día del Niño el 24 de diciembre, en la noche para amanecer el 25. Actualmente todavía se lo celebra porque así quedó la tradición asentada. Pero hay que entender que la Navidad es el nacimiento del Niño y se la debe continuar”, relató, en su momento, María Rodríguez.

“Yo, como soy fiestera y devota del Divino Niño, celebro la Navidad en mi casa. Cuando puedo, le celebro su arrullo; cuando no puedo hacerle su arrullo, le hago su novenario. De acuerdo a nuestras costumbres y tradición, el novenario consiste en que uno le propone al Divino Niño hacerle nueve ayunos o encender una vela cada día, hasta completar los nueve días”, dijo.

Herencia ancestral 

“Entre las hendiduras de los barcos negreros se colaron las evocaciones de atabales y tambores. De África no desembarcaron los instrumentos, pero vino la memoria”, dice Juan Carlos Morales, en una de sus publicaciones.

En el Valle del Chota, así como en otros asentamientos de afrodescendientes en América, según el Instituto Nacional de Patrimonio y Cultura de Ecuador, “surgen aquellas expresiones religiosas o fúnebres que para mantenerse debieron necesariamente sufrir un proceso de cambio y sincretismo con la práctica religiosa católica cristiana”.

Por ejemplo, mencionan como dichas prácticas, donde se destaca una serie de ritos con tintes católicos, a las fiestas patronales, los alumbramientos, arrullos, los velorios y chigualos o gualíes, donde la Navidad y el año nuevo también se han adaptado.

“Las fiestas religiosas afrodescendientes se entienden dentro del sentido que el pueblo le da a la religión, partiendo de la estrecha relación que existe entre los afrodescendientes, lo religioso, lo mágico y las expresiones de su religiosidad popular, producto de un complejo sistema cosmogónico africano y afroamericano”, expone el docente John Antón Sánchez.