La Función Electoral no puede empezar a excluir a opositores

En la consolidación de los modelos autoritarios en la región —como Venezuela y Nicaragua—, la Función Electoral ha sido determinante. Por medio de trampas y subterfugios legales, han excluido de las elecciones a cualquier opositor que represente una amenaza. Así, al mismo tiempo que mantienen una ilusión de legalidad y de elecciones libres, imponen un modelo de partido único. Ahora, cuando falta menos de un año para las próximas elecciones presidenciales, parece que en Ecuador se empieza a experimentar con técnicas similares.

El movimiento Construye se ha convertido en el nuevo blanco de la Función Electoral. Semejante hostigamiento no llama la atención. Se trata de la segunda fuerza política del país y de la única que ha mantenido una postura consistente y coherente de oposición a la Revolución Ciudadana y su agenda de impunidad. Sus argumentadas críticas a los difusos acuerdos del Gobierno le valieron ataques y epítetos de parte del presidente. Parecería que ahora que el régimen necesita posicionarse como la antítesis del correísmo, intenta deshacerse de Construye para que nadie le dispute esa posición.

La denuncia, proveniente de un Consejo Nacional Electoral (CNE) absolutamente desgastado y cuestionado, apela a artimañas burocráticas que denotan un ensañamiento particular. Ya quisiera la ciudadanía que a todos los partidos de alquiler y movimientos fantasma se los midiera con esa misma vara.

Si el Tribunal Contencioso Electoral (TCE) no es capaz de aferrarse al sentido común y resistir las presiones que está sufriendo, de donde sea que vengan, entraremos en una época oscura para nuestra democracia.