Todo a la basura

Giana Villalva Espinosa

La alimentación que tenemos va mucho más allá de lo que ponemos en nuestra mesa. Tras de cada alimento existe un proceso en el que se incluye la selección que hacemos de este aún más si posteriormente y por diversas causas termina como un deshecho.

La cultura del consumo se encuentra apoyada por la sociedad del consumo misma que, historiadores afirman, tuvo sus comienzos en Estados Unidos durante la época de la industrialización más acertadamente desde la segunda revolución industrial en donde dicha cultura comenzó a abarcar el mundo debido a que las personas tenían un mayor acceso a una, a su vez, mayor variedad de productos surgidos de la producción creciente hecho que a la par generó una idea de posicionamiento social en las personas por lo cual quien más adquiría mejor posicionado en la sociedad estaba y por ende contaba de más recursos.

Este planteamiento tóxico dotado incluso de la premisa ‘necesito comprar este producto porque los demás lo tienen’ o por ‘se encuentra de promoción’ no toma a consideración la necesidad dentro del hogar de los productos que se adquieren por lo cual se genera un desperdicio masivo, esto aplicado a los productos en general, pero enfocado en los alimentos el panorama es deplorable.

Los datos que presenta la Organización de las Naciones Unidas (ONU) son la representación fiel de la verdad que se observa desde los vertederos, estos datos apuntan que a nivel global se desperdicia el 13% de los alimentos producidos entre la cosecha y venta minorista y a su vez se debe aumentar el 17% de los mismos que se desperdician entre los hogares, la restauración y la venta al por menor. De esta realidad Ambato también forma parte al evidenciarse por medio del Mercado Mayorista que se desperdician 450 toneladas de las cuales su 75% son desechos orgánicos.