Por razones personales el fin de semana anterior viajé en un taxi puerta a puerta a Quito, era muy temprano aún en la mañana y en el recorrido ingresamos al centro de la ciudad (años que no pasaba por ahí), me impresioné sobremanera al ver personas, familias enteras, amaneciendo en pequeños parques y veredas, había personas de la tercera edad y niños, cubiertos con techos improvisados de plástico. Ni hablar del frío y la ligera lluvia.
Supuse que la mayoría serían extranjeros que van de paso arriesgado lo todo, me dolió el frío, la desigualdad. Situaciones así pasan en todo el mundo por muchas causas; Sin embargo, el pronóstico de consecuencias sociales ante el cambio climático no es nada alentador.
Una vez más el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), evidencia la consecuencia del aumento de temperaturas (1° C), entre estos: ciclones, huracanes, incendios, olas de calor, inundaciones y nos deja un claro mensaje: dar el paso al uso de energías renovable y la militancia ciudadana con ejemplo y poder para impulsar los cambios en la gobernanza en sus niveles.
De mantener el calentamiento global, llegaremos al aumento a 1,5 ° C de temperatura, ante lo cual es inevitable la destrucción de lo que conocemos y nadie estaría a salvo. Aún estamos en una etapa de autoconservación que como señala el IPCC debe ser colectivo involucrando a todos.
Dicen que ya empieza la campaña política, suenan analistas locales hablando aún de industrialización, de producción masiva, de explotar tierras y recursos, ya no hay tiempo para esos discursos, ni aquí ni en otro país, la responsabilidad está en los hombros de todos y aún podemos y debemos dar todo por apuntar a que “los recursos sigan siendo recursos”.