Mientras tanto, ¿qué hacemos?

Juan Francisco Mora

El canciller Juan Carlos Holguín publicó en Twitter: “Pienso en mis hijos. Pienso en que no podemos seguir normalizados en esta violencia criminal. No hay excusas. Debemos fortalecer la lucha contra el crimen y la delincuencia. Si no logramos vivir en paz, habremos fracasado. Todo mi compromiso. Qué dolor.”

Dichas expresiones representan, más o menos, el sentimiento de la mayoría de la población respecto a la inseguridad en la que vivimos. Sin embargo, muchos de los comentarios subsecuentes al ‘tweet’ le recuerdan al Canciller que, siendo una autoridad gubernamental no se esperaría de él exclusivamente solidaridad con la población. Si bien es cierto sus funciones específicas son distintas a la seguridad, pero la comunidad está esperando que alguien del gobierno al cual pertenece dé respuestas para resolver esta crisis.

Es muy interesante el debate que despertó la publicación del Canciller, pues tanto partidarios y opositores demandan acciones concretas que reduzcan la violencia, criminalidad y delincuencia.

La ciudadana Mariuxi Medina Silva comentó el mensaje de Juan Carlos Holguín: “No necesitamos preocupación sino acción. Acciones estratégicas, determinantes y rápidas…” Otro ciudadano, Juan Carlos Correia, respondió al Canciller: “Como sociedad agradecemos su preocupación señor Canciller. Pero con todo respeto, no podemos seguir como Estado inmóviles ante el ataque constante del crimen en el país. Menos discurso y más acciones”.

Sin duda hay funcionarios gubernamentales trabajando de forma efectiva por la seguridad; en Tungurahua, por ejemplo, el Intendente de Policía da muestras de ese compromiso. Pero esas acciones son específicas, excepciones y por sí solas no pueden suplir a las grandes políticas de estado que deben dar soluciones estructurales (y que no necesariamente pasan por manos de la Policía Nacional).

En blanco y negro, los ecuatorianos nos mantenemos en espera de las decisiones gubernamentales que den resultados efectivos en la lucha contra la delincuencia

La solidaridad personal de las autoridades no es suficiente. Mientras tanto, ¿Qué hacemos?