Quienes lucran de la pobreza

Sara Salazar

Con su promesa de igualdad y justicia social para todos, el socialismo y todas sus variantes, durante mucho tiempo han sido un faro ideológico para aquellos que se llenan la boca hablando de injusticias sociales y económicas. Mas, sin embargo, detrás de su máscara de solidaridad y altruismo se oculta la verdadera realidad que es la explotación de los pobres, por parte de estos, que se creen los abanderados de los pobres.

Por décadas el socialismo se vende como aquel que quiere lograr la redistribución de la riqueza y dar igualdad de oportunidades para todos. Pero la realidad es, que todos aquellos que abogan por el socialismo a menudo se enriquecen a expensas de los pobres y desamparados. Bajo el pretexto de trabajar por el bien común, por y para nosotros, estas personas se aprovechan de la vulnerabilidad de los que somos menos afortunados para obtener ganancias desmedidas a nuestra costa. Desde políticos que prometen el oro y el moro, hablando de igualdad, pero la ironía es que ellos consolidan su propio poder, burócratas estatales que controlan nuestros recursos en nombre de todos los ciudadanos, hasta las que oenegés que explotan la compasión del público para llenar sus propios bolsillos, el socialismo y todas sus variantes se esconden tras máscaras para generar más explotación económica y social.

Es irónico que algunas personas, aparentemente benévolas, enriquecen sus bolsillos a expensas de los pobres, mientras que la pobreza misma puede ser explotada para beneficio personal. La noción de que algunas personas se enriquecen mientras «trabajan de buenas» puede parecer desconcertante, pero es una realidad que debemos confrontar. En demasiados casos, vemos cómo individuos y corporaciones explotan la vulnerabilidad de los menos privilegiados para obtener ganancias desproporcionadas, la explotación de los pobres se disfraza a menudo bajo el manto de la caridad o el altruismo, mientras que en realidad solo sirve para aumentar la brecha entre ricos y pobres.

Si pensamos detenidamente unos minutos, es fácil darse cuenta de que la pobreza misma es la fuente de lucro de estos individuos y ciertos sectores políticos. Bajo un sistema donde el Estado controla los medios de producción y distribución, la perpetuación de la desigualdad es una herramienta de poder consolidada en manos de unos pocos. A lo largo de las décadas los ecuatorianos hemos visto de todo, desde líderes autoritarios que enriquecieron a su élite política hasta políticos que se benefician de los subsidios estatales a expensas del pueblo. La pobreza es y será un recurso explotable para todos aquellos que controlan el aparato estatal. La perpetuación de la desigualdad se convierte en un motor de ingresos para aquellos dispuestos a aprovecharla.

Debemos adoptar una mirada más crítica hacia las soluciones simplistas que nos da el socialismo, ya que tales enfoques solo perpetúan la desigualdad y la opresión. Si realmente queremos disminuir la pobreza debemos exigir una mayor transparencia, rendición de cuentas, y así podemos comenzar a desmantelar las estructuras que perpetúan la explotación de los pobres y trabajar hacia un futuro donde la prosperidad sea verdaderamente accesible para todos, no solo para unos pocos privilegiados.