Lo que la COP28 dejó

Verónica Narváez

Verónica Narváez Terán

Entre las noticias que deben importar a todo el planeta se encuentran las resoluciones de la COP28. Sí, la cumbre climática COP28, llevada a cabo en Dubái, finalizó con compromisos que, aunque no tienen fuerza de ley para ningún país, siempre serán una esperanza para la humanidad.

Parece ser que para los países de primer mundo es más fácil garantizar recursos para mitigar los impactos climáticos que abordar directamente la causa de la generación del cambio climático. Se apuesta por el Fondo de Pérdidas y Daños, así como fondos para adaptación y mitigación para países en desarrollo que sí es totalmente necesario. Además, se promueve triplicar el uso de energías renovables y duplicar la eficiencia energética. En esta línea, apenas se habla de eliminar el consumo de combustibles fósiles, siendo este último la causa del cambio climático.

Con estas resoluciones, solo puedo pensar que las potencias económicas buscan que los países en desarrollo sobrevivan a la crisis climática, realicen cambios en el sistema que ellos no se comprometen a llevar a cabo de inmediato, y así preserven los recursos que, siendo realistas, seguramente quieren explotar en el futuro inmediato.

Vuelvo a la esperanza y siento desesperanza. Recuerdo a un conocido que decía que no se mencione a Dios porque también se llama al diablo. Hoy, ante la COP28, siento que es así. El futuro del planeta está en decisiones de países que apenas hablan de eliminar el consumo de combustible fósil. Como limosna, nos ofrecen ahora recursos para sobrevivir a los cambios provocados por sus emisiones de gases de efecto invernadero y, encima, nos «ayudan a que mitiguemos y nos adaptemos a la crisis climática», pero no atacan la causa, que es principalmente responsabilidad de ellos.

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