Yveth Romero P.
Sobre la formación de los gobernantes se pueden decir muchas cosas, lo cierto es que la “verdadera educación” busca la inspiración en los clásicos de todos los tiempos. Jenofonte de Atenas fue líder militar, filósofo e historiador griego, y discípulo de Sócrates al igual que Platón.
Cicerón lo llamó la abeja de ática, por la forma dulce de narrar los acontecimientos históricos, lleno de detalles, de una maravillosa precisión geográfica producto de sus constantes viajes, y de sus propias experiencias. En uno de sus textos, La Ciropedia, o “La Educación de Ciro”, basado en la figura de Ciro el Grande, rey de Persia, Jenofonte trata de componer la imagen ideal del gobernante.
Influenciado por las enseñanzas de Sócrates, nos habla de una educación para la virtud. Inicia con una reflexión personal sobre las dificultades para gobernar, luego hará referencia a las dotes de liderazgo de Ciro sobre su linaje, su aspecto y carácter; menciona la constitución de los persas, su sistema educativo y sus normas de urbanidad.
Narra que hasta los 12 años de edad Ciro recibió la misma educación de los demás hijos de los aristócratas de Persia, pero es la visita a Media, a su abuelo materno, puede reflexionar que el lujo y las costumbres en la vida de la corte discrepan notoriamente con el orden austero de Persia, donde la virtud y la ley actúan como freno a las pasiones de los gobernantes y como amparo de los ciudadanos.
Esta obra debería ser leída y estudiada por todos, y más por aquellos que pretenden gobernar cualquier país; basado en los valores morales. Hoy, muchos siglos después, no se ha comprendido la esencia de las cualidades que deben poseer los gobernantes y los gobernados. Sin duda, los clásicos siempre serán fuente de consulta y reflexión para encontrar la forma correcta de educar.
Nueva Acrópolis Santo Domingo