Orlando Amores Terán
Gracias a Dios. Sería imprudente si me regodeo de ése triunfo; si me descuido de luchar por el objetivo aún no alcanzado. Sería irresponsable considerar que ésta victoria asegura la desaparición de los problemas. Sería torpe pensar que ésta ganancia, entierra el rataelismo. Sería estúpido presumir que el nuevo mandatario sabe lo que tiene que hacer para erradicar el narcoterrorismo del país.
Hoy, más que nunca, todos, por todos los medios, todos los días, debemos apoyarlo para que tenga éxito; y el mejor modo de hacerlo no es proclamando elogios, que aún cuando los merezca, son intrascendentes en la hora oscura por la que atraviesa Ecuador. Nos corresponde a los libertarios, exigirle que acelere el desmontaje del andamio jurídico que sostiene el narco-Estado, que siempre conspirará contra él y contra todo demócrata liberal.
¿Qué hacer? Advertirle del peligro que consiste asumir correctivos que superen los niveles de inseguridad, desempleo, corrupción, cobertura de necesidades insatisfechas, manteniendo vigente el actual sistema jurídico que somete al país a legislación diseñada para favorecer el delito y proteger a los criminales, anteponiendo DDHH y garantismo penal, de delincuentes y terroristas, al interés general de la sociedad. Es nuestra irrenunciable obligación exigirle, que desarme el narco-Estado mediante Consulta de iniciativa presidencial, con las preguntas aprobadas por la CC en Dictamen 7-19-RC-19, que son las únicas que eliminan las funciones e instituciones creadas por el narcoterrorismo.
Solo cuando destruya el narco-Estado, podremos regocijarnos, descansar un instante, antes de emprender la tarea de reformar leyes, devolver atribuciones y fueros a la fuerza pública, restaurar los servicios de inteligencia y contrainsurgencia. Solo entonces, las políticas orientadas al desarrollo socio-económico, podrán implementarse en un ambiente respetuoso del derecho a la vida, la libertad, la propiedad, la familia y la Patria.