Continuamente observamos a “expertos en imágenes”, diagnosticar los diferentes males que azotan a nuestra sociedad, hay muchos periodistas que opinan y piensan que saben de economía, sociología y filosofía. Son los mismos que denuncian la falta de oportunidades, de empleo, de redistribución de la riqueza, del hambre en sectores populares, corrupción, desnutrición infantil, acceso a los servicios de salud, vialidad, educación. Al tiempo que discuten si la alineación de Francia o Italia no era la correcta, o si la Argentina y Brasil ya no son potencias futbolísticas, etc.., etc… Son los “sábelo todo”
En medicina el diagnóstico es muy importante y posiblemente es lo más costoso en el ejercicio de una medicina cada vez más tecnificada. El diagnóstico de los males sociales no es menos difícil y es igual de costoso y hasta allí todo podría justificarse de diferentes maneras. El siguiente e ineludible paso es la aplicación de una terapéutica clínica o quirúrgica dependiendo siempre de un buen análisis en el campo social y la obligatoria participación y control ciudadano que exija derechos y obligue que se sancione a quienes desatienden al pueblo, peor aún, a quienes roban sus recursos. Denunciólogos hay muchos, terapeutas sociales muy pocos.
Existen periodistas y políticos que continuamente hablan de los pobres y sus necesidades y parecería que más que ser sensibles y solidarios con la gente, algunos lo han tomado como modo de vida, por eso pautan, chantajean, transan o brincan de puesto en puesto, en cualquier gobierno porque son oportunistas mercaderes del engaño, traficantes de ilusiones y élites de mentirosos que elegantemente vestidos, bien pagados y comidos, hablan en nombre de los pobres que son los que menos les importa.
Diagnosticar una enfermedad o un problema social es meritorio y demanda esfuerzo y dedicación, pero sí al diagnóstico no le sigue un correcto tratamiento, se cae dentro de la demagogia que tanto daño ha hecho y sigue haciendo a nuestra patria.