Di sí al Yasuní

Verónica Narváez

Verónica Narváez Terán

Increíble que en nuestro país tan pequeñito se encuentren dos paraísos del mundo; uno, sin duda, es Galápagos y el otro es el llamado Yasuní. Aún más increíble me parece que, a pesar de toda la biodiversidad que representan para el planeta, existe una lucha de años para su protección, tanto para controlar la pesca indiscriminada en las Islas Galápagos como para impedir la explotación de petróleo en el Yasuní.

Hoy hablemos de toda la grandeza que aún queda del Yasuní, la que hoy tiene una oportunidad de ser conservada por nuestra voz y voto para que quede en ley, es una oportunidad que necesita que se le diga sí, sí a su protección. Esta oportunidad necesita de todos, porque el Yasuní no tiene ni color, ni bandera, menos partido político, solo tiene la naturaleza que nos sirve y sirve al mundo. 

Decía Gabriela Mistral:  Toda la naturaleza es un anhelo de servicio; sirve la nube, sirve el aire, sirve el surco. Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú; donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú; donde haya un esfuerzo que todos esquiven, acéptalo tú”.  Es el momento que como ecuatorianos podemos servir al mundo y preservar este santuario no solo de vida, también es santuario espiritual de las tribus que lo habitan. 

Es así que fácilmente podemos comprender que el valor intrínseco de esta reserva no puede medirse en cifras monetarias, sino en la vida que alberga y en la contribución invaluable que representa para el equilibrio ecológico global. Además, es ya conocido que, en el caso del Yasuní, la explotación no solo sería insignificante en términos económicos, sino que también traería un daño irreparable para nuestro propio país y todo el planeta.

[email protected]