Desengaños y trampas

Ruby Mena Melo

Ruby Mena Melo

Probablemente todos hemos escuchado la expresión “debemos dar sin esperar nada a cambio”. Seguramente, en más de una ocasión, la hemos adoptado y hasta expuesto ante otros como un principio que nos distingue, otorgándonos una mayor virtud.

En cierta medida, es válido atribuirse esa grandeza del alma de actuar únicamente por el amor; no obstante, es importante reconocer que esto puede convertirse en una trampa, una manera despiadada de tropezar con nuestras propias acciones.

Esta expresión es aplicable en algunos contextos, pero resulta absurda en situaciones importantes; es ambigua, injusta y requiere que tengamos cuidado. Es paradójica, ya que se nos pide cumplirla, pero al mismo tiempo se espera que no tengamos expectativas. Se espera que nos conformemos con muy poco como mujeres, hombres, hijos, o amigos, en diversos aspectos de nuestras vidas. Sin embargo, no es apropiado no esperar nada de nadie, ni de nuestros seres cercanos.

Existen ocasiones en las que es beneficioso tener perspectivas y exigir reciprocidad, ya que no se trata simplemente de dar sin límites hasta quedar agotados. Se trata de construir relaciones que nos permitan experimentar plenitud de amor y afecto. La clave es entregarnos libremente al otro con la certeza de que recibiremos lo que merecemos como individuos; implica que, al dar, de manera natural, también recibimos. Además, involucra establecer límites, no permitir que nos falten el respeto y reconocer nuestra propia valía.

Es importante destacar que tener expectativas no implica exigir algo irrazonable o egoísta. Más bien, se trata de cultivar relaciones donde el intercambio sea mutuo y satisfactorio para ambas partes. Las mejores personas sufren porque siempre están dándolo todo sin pedir nada a cambio. Lamentablemente, esto es algo que nadie ve.

[email protected]