Henry Basurto Jimbo
Querer definir a la justicia puede resultar una tarea para doctrinales y entendidos en el mundo del Derecho; sin embargo, me atrevo a hacer mía una definición que, por antonomasia, ha sido usada desde tiempos históricos: la de dar a cada quien lo que le corresponde. Esta definición, en términos generales, que en sí misma es amplia, está llena de cuestiones implícitas. Adentrarnos a este tema, nos conlleva a cuestionarnos si realmente lo que tenemos es lo que justamente merecemos.
En el plano de la práctica del Derecho, es decir, dentro del ámbito jurisdiccional, actualmente, en ciertos casos, la justicia ha sido manoseada, generando en la población ecuatoriana una inseguridad jurídica del tratamiento que se le pueda dar a sus causas. Los casos que suenan muy controversiales son aquellos que están muy relacionados con el poder económico y político; es por ello que unos son más conocidos que otros. Por ende, estos tienden a quedar en el escrutinio público.
Es decir, que nosotros podemos cuestionar el accionar de las partes o, en sí, de los juzgadores al emitir sus fallos. Con esto quiero decir que, en el caso de que podamos ver una arbitrariedad que surja en el proceso, tenemos la libertad de denunciar lo que consideremos como injusto y que, a la vez, violente derechos particulares. Cuanto más cuando el que viole estos derechos sea un asesino del derecho envestido de juzgador.
El derecho en el estudio está lleno de teorías que se pueden usar en la práctica. De hecho, estudiarlas anima a querer saber más, a querer apropiarse de ese conocimiento en favor de las personas y aún ayudarles desinteresadamente. El derecho está en favor de la ciudadanía; fue diseñado para responder a la problemática de la búsqueda de la paz social. Del cual, en algún momento, esperamos que en nuestros contextos, eso será una realidad y no una mera legalidad.