Sanciones

Estados Unidos quiere ser el amo del mundo con el poder suficiente para decidir a qué país libre, soberano e independiente sanciona, sin reflexionar siquiera en los cambios profundos que transforman la geopolítica global que le han arrebatado el ser potencia hegemónica.  Las sanciones impuestas por Estados Unidos y sus aliados contra Rusia se revierten contra ellos y afectan a América Latina al ahondar la crisis económica provocada por el Covid-19 e impedir la exportación de productos —como ocurre con el banano, el camarón, las flores y otros—, y encarecer el petróleo y los combustibles.

Esas sanciones pueden aumentar el hambre, la desnutrición, el desempleo. El Ecuador necesita importar fertilizantes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, que hoy están bloqueadas y hay problemas con el SWIFT y las sanciones directas a varios holdings. Se debe recordar que Rusia y Ucrania son los mayores exportadores de trigo y otros cereales, productos que suben de precio en forma acelerada. Por otra parte, varios países de América Latina que aumentaron significativamente las exportaciones a Rusia —que ahora casi ya no existen— enfrentan graves pérdidas económicas y de empleos. También se han suspendido los procesos de inversiones de Rusia en América Latina en los campos de energía, infraestructura o producción de fertilizantes como consecuencia de las sanciones que adoptaron sin pensar en los problemas que causarían a terceros países.

Es indispensable estudiar las consecuencias de las sanciones en la CELAC, Alianza del Pacífico, Mercosur, Comunidad Andina, y proponer medidas que permitan superar la crisis ocasionada por las irracionales sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea que, también, comienzan a sentir el peso de sus prepotentes errores.