Perú: democracia en juego

Salvatore Foti

Perú está envuelto en el caos y la solución está lejos de poderse alcanzar.

Y es que la pugna entre las instituciones casi siempre desemboca en violencia, protestas y represión, y Perú no ha sido la excepción.  A Castillo la oposición del Congreso le ha hecho la vida imposible desde que asumió el mandato y en diferentes ocasiones han intentado destituirlo por las buenas o por las malas; al final, lo consiguieron justamente con la ayuda de un Presidente que ya estaba acorralado.

Este 7 de diciembre, justo cuando un testigo afirmaba haber entregado plata, por concepto de corrupción,  al presidente Castillo y a miembros de su entorno, el mandatario optó por la disolución del Congreso y la instauración de un gobierno de emergencia y gobernar vía decreto.

Una mala decisión, pues no contaba con el apoyo de los militares y a las pocas horas de dar el autogolpe fue destituido por el Congreso peruano, que nombró a su vicepresidenta, Dina Boluarte, como nueva jefa de Estado, ordenando la detención de Castillo.

Sin embargo, desde allí la crisis se ha profundizado y, si bien es cierto que Castillo solo contaba con un 20% de aceptación, también es cierto que la gente pide a viva voz que también los congresistas se vayan a su casa y por esto las protestas que empiezan a salirse de las manos y ya cuentan más de 20 muertos. Sin embargo, Boluarte  parece no estar a la altura de la coyuntura que vive el país y a pesar de haber declarado que adelantará las elecciones para abril de 2024 los peruanos quieren que el nuevo Presidente sea elegido en 2023.

Lo que más preocupa es que la represión es muy dura y existe el riesgo de que los militares decidan armar una junta que se haga del poder y devuelva al país a un pasado que muchos quieren olvidar. Un escenario que puede darse si el caos sigue en el país vecino, donde ya son muchos los que evocan a la memoria los fantasmas del pasado llamando a los manifestantes “terroristas”.

Perú podría estar al borde de un grave estallido social que no todos están dispuestos a mitigar o evitar, dado que podríamos hasta decir que todo fue fríamente calculado y Castillo simplemente cayó en la trampa que le tendieron.