En la era del ‘FOMO’

Lorena Ballesteros

La semana pasada utilicé este espacio para proponer sutilmente que desconectemos a los niños y preadolescentes de las pantallas. Lo he planteado como un grito de campaña que concientice a los padres de familia sobre los efectos negativos que produce la exposición indiscriminada a los smartphones y otros dispositivos móviles. Para escribir mi columna me documenté con las publicaciones de los resultados de varios estudios científicos. Entre las consecuencias de afección psicológica (no solo en niños) me llamó la atención la constante alusión al FOMO.

El FOMO, por sus siglas en inglés, hace referencia al miedo a estar ausente (fear of missing out). Se relaciona directamente con la ansiedad que desarrolla una persona por el temor que siente a perderse un evento social, a no estar incluido en un determinado grupo de WhatsApp, a que se organice un plan y no ser notificado o invitado. Incluso esa acuciante sensación que se instala, como una voz interior que dice: “si no voy a la fiesta no podré compartir ni fotos, ni videos”. Eso es lo que más FOMO produce. La desesperación de no generar el contenido, de no difundir, de perderse la experiencia digital.

Solo basta con preguntarse: ¿has asistido a un concierto y lo has visto a través de la pantalla del teléfono? ¿Registraste el minuto a minuto de la fiesta de cumpleaños de tu hijo para enviarles fotos a las madres de sus invitados? ¿Publicas historias de cada encuentro que tienes con tus amigas? Las respuestas hablan por sí mismas.

La irresistible tentación de permanecer conectado a las redes sociales es como una fuerza invisible que se apodera de jóvenes y adultos. Conozco a personas que no podrían pasar un día entero sin revisar su cuenta de Twitter y menos aún de comentar en alguna de las acaloradas discusiones que propicia esta plataforma. Se convierte en una especie de ‘posteo, luego existo’ que arrastra a todos en su marea.

¿Quiénes son más propensos a caer en FOMO? Las personas con baja autoestima y que encuentran consuelo en los ‘likes’ que reciben sus publicaciones. También los adolescentes que no son conscientes de la cantidad de horas que pasan clavados en sus dispositivos, tanto así que no llegan a distinguir entre el mundo virtual y la realidad.

¿Cuáles son los síntomas de esta patología? Altísimos niveles de ansiedad. Perturbación o conmoción cuando están en un lugar sin conexión wifi o cuando sus teléfonos se quedan sin batería. Síntomas de depresión por creer que no se es lo suficientemente bueno, querido, bonita o popular. Incluso llega a instalarse una especie de paranoia.

FOMO o no FOMO, la responsabilidad de autorregularnos y de fomentar normas que equilibren virtualidad y realidad no deben esperar. No queremos llorar sobre la leche derramada.