“Pájaros de mal agüero”

Alejandro Querejeta Barceló

Reducir la inseguridad y la violencia, así como enfrentar el crimen organizado son indicadores que influyen en actual la aceptación popular del presidente Daniel Noboa. Pese a lo que dicen sus opositores, la única perspectiva que cuenta ahora no es la ideológica, sino la ajustada a los hechos que la realidad nos pone delante.

Como suele decir el pueblo, “el sol no puede ocultarse con un dedo”. El desempleo, la pobreza, la salud, la educación, el injusto reparto de la riqueza, la maltrecha cultura y el renqueante “progreso” económico, son problemas neurálgicos.

Pero la alegría de algunos por la aprobación popular de la vuelta progresiva a paz social, es la pesadumbre de otros. Por ello, separar la verdad con la mentira es crucial en estos tiempos. Algunos insisten en las afirmaciones falsas, en la información engañosa, las teorías de la conspiración y en la simplificación de la realidad.

Hay mucha sangre que pide justicia y corruptos que deben ir (y seguir) encarcelados; hay prófugos y miles de millones robados por recuperar; ¿cómo dejar de combatir a las narcorrutas que pasan por el país y las narcoinversiones que ahora están en retirada estratégica, preparando estrategia para volver a campear por sus respetos?

El mesianismo, dueño de las tribunas, ya no tiene sitio en el quehacer del gobierno. Las expectativas creadas antaño se desinflaban como globos en muy poco tiempo. La retórica oficial es otra, ajena al estilo rimbombante, con falsas evocaciones de héroes patrios o de pensadores e ideólogos del pasado poco y mal estudiados.

Se pretende así, con tan ruinosa política, enceguecer al país. Los señalados son unos pocos de los “pájaros de mal agüero” posados en los hombros del Presidente. Una vieja historia en boca de los mandatarios que tuvimos por más de cuarenta años, incluso de los miembros de las juntas militares golpistas. Todos, entre otras cosas, pésimos gestores.

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