Actuar con coherencia o a favor del ‘mercenario’

El sistemático intento de desprestigiar a la prensa profesional que, durante décadas, llevó a cabo un sector de la clase política tuvo una consecuencia inesperada: la proliferación de información manipulada. Fue como si, de tanto escucharlo, una serie de militantes, activistas y mal llamados ‘periodistas’ terminaron de convencerse de que la verdad no existe, que el objetivo último de todo lo público —incluido el periodismo— es la conquista del poder y que en el campo de la información todo se vale en nombre de la ideología. Al creer que todo el mundo miente, calumnia y solo persigue poder, asumen la irresponsabilidad de actuar de la misma forma.

A esos débiles andamios morales se sumó la proliferación de tecnología barata, plataformas sin control editorial y la crisis de los medios tradicionales, cuyo modelo de negocio análogo y predigital sigue derrumbándose. El resultado es una ola de información manipulada y de pobre calidad, que sirve a oscuros intereses bajo un falso pluralismo y que se torna cada vez más efectiva gracias a sofisticados sistemas de medición. El costo para la democracia es muy alto.

A largo plazo —en tanto el tiempo siempre premia a la verdad y a la bondad— los medios profesionales, transparentes y bienintencionados prevaleceremos, así como la democracia. Pero de la misma manera que a nosotros nos corresponde seguir generando periodismo de calidad, a las fuentes les corresponde privilegiar el acceso a información, al sector privado, sus recursos,  y al público el saber distinguir entre el periodismo responsable y aquel ‘mercenario’. La Patria y la democracia se construyen con coherencia.