Izamba, una tierra llena de historia

De aquella Izamba inca no quedan huellas visibles.
Centro. De aquella Izamba inca no quedan huellas visibles.

En lo que ahora es esta parroquia existían pobladores que fueron descritos como aguerridos y celosos con su tierra y legado.

Izamba es uno de los asentamientos más antiguos en lo que se conoce como Ambato, esta tierra estuvo poblada antes de los españoles, tenía su propia cultura y hasta el día de hoy es posible ver adoratorios en lo que en algún momento fue parte de su territorio.

Pedro Reino, cronista oficial de Ambato, en su libro ‘Izamba ancestral’ cita al sacerdote italiano Mario Civala que llegó en la época de la colonia a este sector. “Los habitantes de la población llamada Iamba han sido siempre indígenas fuertes, corpulentos, aguerridos y de buena complexión, jamás quisieron permitir la entrada ni a los españoles ni a los mestizos, y para conseguirlo, sus párrocos se mantuvieron siempre muy vigilantes”.

Este sacerdote también escribe sobre la resistencia violenta y los enfrentamientos que los pobladores de este sector tuvieron con los españoles y mestizos que intentaban asentarse en este lugar.

Civala habla, además, de huertos de hortalizas, campos con manzanas, capulíes, duraznos, todo esto regado con agua de un canal que baja desde Quisapincha.

Sobre esto Reino reflexiona, y a través de sus investigaciones devela que en el libro de bautismos son pocos los blancos y mestizo que ahí se cuentan.


EL DATO
Izamba es uno de los asentamientos más antiguos en lo que 
se conoce como Ambato.

El historiador habla del significado del nombre de la parroquia y su escritura que podría haber sido: Yzamba, Isamba, Isanva o Izamba, advirtiendo que esta palabra no se encuentra en los diccionarios quichuas y tampoco fue bautizada con otro, por lo que el nombre seria pre quichua.

El historiador es muy crítico con el significado del nombre que se ha explicado de forma ligera y despreocupada, pues en varios textos escolares se habla de que la palabra Izamba significa, morada de las preñadillas, cosa que Reino desmiente totalmente.

Reino sustenta su investigación sobre Izamba en los documentos y archivos eclesiásticos de la parroquia, aquí analiza distintas aristas, entre las cuales está el poder que tenían las mujeres en este lugar, pues ellas podían tomar decisiones sin la necesidad del consentimiento de su marido, algo raro para la época, debido que hasta las mujeres españolas debían pedir permiso para ciertas acciones.

Una muestra de que esta parroquia era tierra de caciques y grandes personalidades indígenas es un bautizo que se lleva a cabo en 1746, aquí el niño Leandro Antonio Tadeo Martínez es apadrinado por el gobernador General Don Antonio de Orellana considerado en aquella época el hombre más rico de Quito.

Isaías Toro Ruiz en sus escritos habla de esta parroquia como un espacio donde se han llevado a cabo importantes ceremonias, entre las cuales destaca este bautizo en donde incluso participaron los Marqueses de Solanda.

 

 

Izamba en la actualidad

En la actualidad Izamba es una tierra desarrollada en varios aspectos, donde hay menos espacios para siembra y grandes urbanizaciones, inmensas unidades educativas y todo un sistema de negocios que brindan ciertas comodidades a sus habitantes.

La vía principal que lleva a su centro es un aspecto a solucionar, pues dependiendo de la hora se puede volver difícil para conductores y peatones, sin embargo, es un lugar para vivir y emprender.

Priscila Mejía tiene 48  años y recuerda que jugaba con sus amigos entre calles de tierra y risas. “Nos llevábamos súper bien, éramos unidos con todos los vecinos, la rayuela, la tiendita, el elástico era a lo que jugábamos”, cuenta.

Para ella estar en Izamba resulta una forma cómoda de convivir en comunidad, pues ahora existen centros educativos y servicios para sus habitantes. “Lo más bonito es que tienes todo cerca, ahora es todo remodelado, es atractivo”, comenta.

Vale Rodríguez tiene 23 años, para ella esta parroquia es un micro mundo donde la gente aún guarda sus tradiciones. “Conservan ciertas cosas que nos hacen diferentes, también está el calor de la gente, porque son muy amables y trabajadores, siempre están predispuestos a hacer algo por los demás”, asegura.