Estas dos parroquias son las más jóvenes de Ambato, sin embargo, tiene industrias y planes para que el turismo sea una de sus actividades.
Cunchibamba y Unamuncho se crearon a finales del siglo XX, estas parroquias se encuentran divididas por la panamericana, pero tienen mucha historia y trabajo que las hacen únicas.
A través de Unamuncho pasaba el ‘Camino del inca’, por lo que fue un punto importante antes de la colonia.
Mientras que Cunchibamba fue un punto de descanso en la época de la conquista, su gran planicie la volvió atractiva para diferentes actividades.
Cunchibamba
Mediante una solicitud dirigida al Concejo Municipal los vecinos de este caserío, que era parte de Izamba, pidieron se los eleve a parroquia y se los provea de autoridades, pues argumentaban que al encontrarse lejos de las oficinas principales de estas dependencias, es difícil que se ponga orden en este sector.
“La autoridad política de la parroquia Izamba no se hace sentir en el caserío Cunchibamba; de donde resulta que no puede prevenir las infracciones que puedan cometerse en este caserío, pero ni siquiera reprimirlas, porque hasta que dicha autoridad tenga conocimiento de que se ha cometido alguna infracción, el criminal se ha puesto a salvo”, dice la solicitud dirigida al Concejo Municipal de Ambato.
Este territorio estaba compuesto por haciendas donde los gamonales maltrataban a los indígenas del sector.
Gabriela Telenchana es la presidenta del GAD parroquial, para ella vivir en este lugar es un sueño debido al compartir en comunidad que existe. “Siempre ha sido una tierrita bendecida bajo el manto de la Virgen de la Elevación, con gente pujante”, comentó.
La parroquia cuenta con varias industrias como la metalmecánica y confección, a más de la agricultura que en los últimos años ha despegado y ahora exporta brócoli sembrado en este sector.
Unamuncho
La parroquia fue creada el 23 de noviembre de 1989, su principal actividad es la agricultura, productos como las hortalizas se distribuyen a los mercados de la ciudad desde aquí.
Es una parroquia apacible en donde varias industrias se han comenzado a asentar, brindado oportunidades laborales a sus habitantes.
Clara Andagana vive en la parroquia desde hace 32 años. “Vine desde Galápagos mi esposo es de acá y ya me quede, me gusta este lugar por la calma que se tiene todos los días”, comenta.
Para Andagana el poder compartir con los vecinos en un lugar de mucha paz es un aspecto que no cambiaría por el ruido de la ciudad. “Aquí no se escucha ni el pito de los autos, es un gran lugar para criar a los hijos”, afirmó.