Y fueron llegando…

APORTE. Víctor Hugo Torres encontró la información para sustentar los datos en diversos libros.

POR: Víctor Hugo Torres Egas

Estamos en deuda con mucha gente que contribuyó en la construcción de Santo Domingo.

Se cumplen 54 años de vida cantonal. Hasta 1967 fuimos parroquia del cantón Quito, del que nos desprendimos para llegar a constituir un nuevo cantón de la provincia de Pichincha, lo que significó un paso adelante en nuestro fortalecimiento administrativo, que llegó a su punto más alto doce años atrás, cuando fuimos declarados una nueva provincia de la patria.

Nuestro proceso es muy rápido si consideramos que la parroquia era un pequeño poblado hasta 1954 según nos narra Lino Linke, una periodista alemana que nos describe en sendos reportajes publicados en el diario El Comercio de esa época. Basados en esos documentos, podemos afirmar que prácticamente en 66 años pasamos de una pequeña parroquia a la cuarta ciudad más poblada del Ecuador, hecho inédito en la historia urbana del país.

La historia en líneas

Toda la información para sustentar estas afirmaciones las podemos encontrar en la serie de libros publicados por Patricio Velarde Segovia, cuyas investigaciones históricas se circunscriben a su pueblo natal y su área de influencia. Entre sus por lo menos ocho libros publicados sobre la historia local, hay dos que vienen al caso para la celebración de este aniversario, uno es “Una viajera alemana en Santo Domingo» y otro es “Y fueron llegando”. Completa la trilogía otro libro de un autor también santodomingueño, se trata de Fernando López y su “Historia Oral de Santo Domingo”.

En esos tres libros podemos encontrar los nombres de los gestores de este pueblo, sus orígenes, su actividad y por consiguiente el aporte a su construcción. En esos libros está la semilla de un trabajo hasta ahora postergado, que es el de darle un contenido a nuestra historia, cuyos héroes fueron llegando de a poco, arrimaron el hombro, se esforzaron para su realización personal y de su familia, y dejaron huellas marcadas en este pueblo y con el paso de tiempo se nos están yendo, así como fueron llegando, en silencio.

Falta información

Algo se ha hecho con poca gente a la que se le ha llegado a erigir un monumento, en el que se ha colocado una placa que no da casi ningún detalle, monumentos en los que, por otra parte, ni son todos los que están, ni están todos los que son.

Hay pocos datos biográficos de nuestros héroes locales. Unas pocas publicaciones dan cuenta de la vida de unos como: Emilio Lorenzo Stehle, Hortensia Vásquez, Clemencia Rodríguez, Carlos Ruiz, Beatriz Tyalor, sin querer decir que eso es suficiente. Lo más inquietante es que esa información biográfica se debe al esfuerzo de la familia, antes que al resultado de una política pública, que a todas luces le corresponde al Municipio.

Se nos acaba de ir Pepe Estrada, Ángel Guerrero, Oswaldo Vera, Milton Ruiz. Antes se fueron los hermanos Scott, Suárez, Manuel Vargas, Roberto Bermúdez, Miguel Velarde, Piedad Álvarez, Jorge Chávez, Humberto Benalcázar, Rodrigo Chávez, el padre Iturralde, el padre Maya, Vicente Reyes, Carlos y Luis López, Benigno de la Cueva, Pepe Jervis, Alfredo Pérez, Arturo Ruiz, Domingo Pascuini, Jaime Saltos, Homero Segura, Humberto Fiallos, Darío Kanyat, Cesar Riera, y un largo etcétera,  de quienes deberíamos saber más, porque  pasaron por estas tierras dejando su huella, de la que deberían haber evidencias para las actuales y futuras generaciones.

DESARROLLO. Santo Domingo pasó de una pequeña parroquia a la cuarta ciudad más poblada del Ecuador.
El dato
La información para sustentar estas afirmaciones se las encuentra en libros publicados por Patricio Velarde Segovia.

Recuperación histórica
La gratitud es una virtud de los pueblos y Santo Domingo no es un pueblo ingrato. Estamos en deuda con mucha gente que contribuyó en la construcción de este Santo Domingo, por lo que alguna institución debería asumir la tarea de abrir un espacio para la recuperación de la memoria histórica de este joven cantón, en el que muchos de sus héroes se están yendo, rindiendo tributo al paso del tiempo. Solo mueren los que caen en el olvido y eso no debemos permitir con los que abrieron el camino por el que ahora transitamos.