Todas las luchas son legítimas si su propósito es mejorar derechos

Trayectoria: Antes de unirse a Grupo FARO, Ana Patricia Muñoz se desempeñó como Vicepresidente Junior en la Reserva Federal de Boston.
Trayectoria: Antes de unirse a Grupo FARO, Ana Patricia Muñoz se desempeñó como Vicepresidente Junior en la Reserva Federal de Boston.

Ana Patricia Muñoz

Economista
Directora Grupo Faro

“Es difícil juzgar las formas, las luchas y los mecanismos con los que cada uno decide (intervenir en el ejercicio ciudadano). Yo creo que son todas legítimas, sobre todo si vienen de un propósito de construcción, de mejora, de garantía de derechos. Es difícil darles más o menos valor a unas o a otras.

Sí que hay (diferencias). Recientemente, estaba leyendo un estudio sobre si son más eficientes las luchas pacíficas o las luchas violentas. Y en el largo plazo, aparentemente, las pacíficas son las que más sostienen los procesos. Entonces, entendería que hay unos mecanismos más eficientes que otros.

También creo que los tiempos cambian y, para tener legitimidad y representación de diferentes voces, hay que cambiar junto con ese tipo de representación y asegurarse (que esas formas de participación ciudadana) sean inclusivas.

También es importante en las organizaciones, en los partidos políticos, tener renovación de liderazgo. Eso es fundamental, es sano para la Democracia. Y eso va a permitir, quizás, cambiar esos mecanismos; pero mientras tanto, cada organización sabrá cómo mejor utiliza los mecanismos que están disponibles, formales e informales.

Creo que es en este continente y este país, donde la desigualdad prima, esta participación (ciudadana) es fundamental para que no existan retrocesos. Además, la institucionalidad es muy débil y se requiere, por tanto, esta participación activa.

A mí, como en el mediano y largo plazo, me parecería muy bueno que los jóvenes vean una alternativa de forma de vida y de profesión el involucrarse en temas de la sociedad civil. Verlo no como esa persona que está ahí levantando la voz, defendiendo su agenda propia, sino como esos lugares desde los que uno puede aportar más allá del sueldo o salario (que también es importante), pero que se vea como un objetivo profesional y -yo digo- siempre es un objetivo de vida, también: poder servir, poder transformar las políticas públicas, no solo desde el espacio privado, del espacio público; desde el tercer sector, fuera del Estado y de lo privado”. (LA)

Académico. Ugo Stornaiolo Pimentel ha realizado trabajos de investigación nacionales e internacionales. También es docente y asesor en comunicación social.
Académico. Ugo Stornaiolo Pimentel ha realizado trabajos de investigación nacionales e internacionales. También es docente y asesor en comunicación social.

‘El voto se convierte en premio o castigo para quien está gobernando’

Ugo Stornaiolo

Periodista
Académico, columnista de LA HORA

“De lo que yo recuerdo, fue cuando para el referéndum en 1978 y luego para la presidencia de (Jaime) Roldós que se otorgó la posibilidad de voto a la mayoría de la gente y se puso como requisito esto de la papeleta o certificado de votación.

Después de eso, el voto se ha convertido en una especie de instrumento, de herramienta para que los populistas hagan de las suyas. Y en muchas elecciones, el voto se convierte en premio o castigo para quien está gobernando.

El reciente estudio que hizo la universidad de Vanderbilt (Estados Unidos), demostró esa desconfianza que tiene la gente frente a la Democracia. “La gente vota porque le obligan a votar; no porque quiera, sino porque le obligan”.

Me parece que esto del voto es lo que determina esa desconfianza que tiene la gente frente a la Democracia. La Democracia en cierto modo ha decepcionado las expectativas de la mayoría de la gente, que ve que la Democracia no soluciona sus problemas.

A mí me parece que lo que mejor nos funcionaría, sería ese sistema parlamentario europeo.

Me parece que la distritalización (del electorado) es buena. si se hace en el sentido de que usted sabe que la persona por la que usted está votando es alguien a cuya casa puede ir y decirle: ‘oye, no estoy de acuerdo con lo que estás haciendo’. No como ocurre ahora, en que yo no sé quién es mi representante en Pichincha.

A esa distritalización le añadiría esa especie de bicameralismo, como planteaba la comisión que presidió Julio César Trujillo y luego Pablo Dávila. Donde haya una Asamblea o Cámara de Representantes que presente proyectos y un Senado, encargado de calificar esos proyectos antes de que sean calificados o vetados por el Presidente.

En el Senado deben estar personas calificadas. Si usted tiene 18 años, está en goce de los derechos políticos y quiere ser asambleísta, perfecto, pero para ser senador usted tendría que tener formación, por lo menos, de cuarto nivel; es decir con maestría, doctorado, y que entienda de temas jurídicos, de leyes, del quehacer parlamentario. (LA)