Romper el Ecuador, paso a paso

El país enfrenta un nuevo desafío democrático.
El país enfrenta un nuevo desafío democrático.

El desafío que propone el correísmo requiere de nuevas salidas. La evidente ofensiva necesita, ya, de una respuesta.

El correísmo nuevamente queda desnudo. El plan para arrasar, incluso, de llevarse por delante el Gobierno de Guillermo Lasso y los avances para salir de la era del totalitarismo, sigue sin muchos inconvenientes.

Esto sin que el Gobierno tenga una clara estrategia de contención de la arremetida correísta, apoyada sin ambages por el Partido Social Cristiano.

El primer paso fue retirar a Guadalupe Llori de la Presidencia de la Asamblea Nacional, el 31 de mayo de 2022. Ella, quien llegó a ese cargo con apoyo de Lasso, frenaba los juicios políticos que ahora estamos observando. Advirtió las intenciones que había detrás de los deseos correístas.

Nueva etapa

Pero no resistió. Y vino el cambio de autoridades. Para eso Virgilio Saquicela llegó a la Presidencia de la Asamblea, con el apoyo de cada uno de los opositores y, coincidentemente, antes de la revuelta de junio.

Lo hizo de la mano de una mayoría legislativa que, ahora mismo, parece imbatible. Él resolvió dar paso a los pedidos de juicios políticos, el Contralor, el Consejo Nacional Electoral, el Consejo de la Judicatura y el Consejo de Participación Ciudadana.

El 28 de junio, el correísmo, en medio de una seria crisis política por la revuelta de la Conaie, decidió pedir la salida de Guillermo Lasso del poder. Obtuvo 80 votos de los 92 que se requieren. Aunque perdieron en esa ocasión, el correísmo pudo probar la real fuerza legislativa para los cambios que tenían en agenda.

El 14 de julio el plan continúo. Ese día fue la destitución de Yeseña Guamaní, de la Izquierda Democrática, como segunda vicepresidenta de la Asamblea. Nuevamente la mayoría liderada por el correísmo, triunfó.

La mordaza

El 21 de julio llegó Marcela Holguín, del correísmo, a la vicepresidencia. Pero también Darwin Pereira, de los rebeldes de Pachakutik y cercano a Leonidas Iza. Ese mismo día, la mayoría legislativa aprobó una propuesta de reforma a la Ley de Comunicación, correísta claro, que es absolutamente censuradora y que ha causado la preocupación de organismos internacionales, como la propia Relatoría de la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Fue una victoria doble.

Asalto a la Justicia

El 28 de agosto, la Asamblea dio paso al juicio político al Consejo de la Judicatura. Un anhelo del correísmo que no perdona los efectos de la consulta popular del 2018 y el mandato para revertir el legado de la revolución ciudadana.

Pero, el cambio también puede servir para que los abogados de los corruptos tengan vía libre para las revisiones de los casos más sonados de corrupción, todo bajo el invento del lawfare, el forzado concepto que une a Rafael Correa, Lula da Silva, Cristina Fernández, Evo Morales… Todos señalados por su talante autoritario.

La Asamblea, con su credibilidad por el suelo, es un riesgo para la democracia. En ese avance del plan no importa la verdad de los argumentos, sino los votos y los acuerdos por fuera del Parlamento.

Lo que se viene

El plan para romper el Ecuador del futuro no terminará con la Judicatura. Falta el control del Consejo de Participación Ciudadana y luego la ofensiva en contra de las autoridades de control.

Han aprovechado, hábilmente, que el partido de Gobierno, CREO, no tenga un bloque representativo. Y, claro, que se sume el partido de Jaime Nebot, que no perdona la supuesta traición de Lasso, al rechazar el pacto inicial con Rafael Correa.

Sin embargo, el anticorreísmo no ha muerto. Muchos ven con desconfianza a este Gobierno y sus ministros. Es real. Ahí están las cifras de las encuestas.

Pero siempre se puede recuperar y una vía es regresando a los orígenes de la propuesta presidencial. Al plan de cara a la segunda vuelta.

Los votantes querían a un empresario exitoso que pueda replicar sus habilidades en el sector público y crear empleo. Que deje atrás la revolución ciudadana, pero sin impunidad y con férreo combate a la corrupción hacia el futuro. Que sea un Gobierno alejado del economicismo típico de la derecha regional, con mano abierta hacia los más vulnerables y grupos minoritarios. Que no se parezca en nada al tímido expresidente argentino Mauricio Macri, que luego quedó fuera del poder.

Los votantes, en definitiva, querían un cambio real. Todo junto le sirvió para sumar apoyos y ganar la Presidencia.

Las castas que se formaron en la era correísmo y los protagonistas de los pactos de no agresión del pasado, han vuelto. La virulencia, tradicional en la política ecuatoriana, se eleva. Mientras el plan para el regreso del correísmo se va concretando paso a paso, el debate se enciende y retornan los duros ataques a la prensa, a quienes fueron opositores políticos, a la Justicia, a cualquier iniciativa que vaya en la línea para revertir el pasado.

Frenarlos es tarea de los políticos, los que creen en la democracia. Incluso… del Gobierno. (JC)