En un barrio de Atacames, las mujeres se liberan creando emprendimientos

Rocío Márquez elabora camisetas en el emprendimiento de corte y confección. Foto: Maritza Orellana.
Rocío Márquez elabora camisetas en el emprendimiento de corte y confección. Foto: Maritza Orellana.

Desde 2019, la fundación Caemba ha capacitado a 37 mujeres del barrio Nueva Esperanza para que generen sus propios negocios. Tienen planes de expansión.

Por: María José Zabala
Estudiantes de Periodismo
Universidad San Francisco de Quito (USFQ)

En el barrio Nueva Esperanza, en Atacames (Esmeraldas), abunda la extrema pobreza, la vivienda precaria y la exclusión social. Por ello, para ayudar a sus habitantes se instauró la Casa de Emprendimiento de la Mujer, un espacio en el que se imparten cursos y del que ya se han graduado en costura y estética 37 mujeres del sector desde 2019.

Mejorar su calidad de vida es el objetivo que comparten, actualmente, 13 mujeres en el grupo de corte y confección y otras 12 en el grupo de estética y belleza. Estos son lqs dos áreas de capacitación que nacieron a partir del proyecto de la fundación Caemba, que ofrece medios de vida sostenible. Caemba ayudó con la infraestructura del centro y esto ha dado como resultado la graduación de las mujeres.

Nelly Ortiz pertenece al grupo de corte y confección y ahora cuenta con su propio emprendimiento. “He aprendido a hacer cosas que mi mente nunca pensó, como hacer ropa. Mi emprendimiento es de corte y confección”, comenta optimista. Un grupo de montubias, mestizas, afroecuatorianas, indígenas, que hace dos años no tenían oportunidad de emprender, ahora son un ejemplo de que se puede salir adelante pese a cualquier circunstancia adversa.

Las coordinadoras del centro multifuncional tienen muy gratas experiencias: “Lo más bonito es verlas graduarse”, dice Maritza Orellana, una de las coordinadoras de campo de la fundación Caemba. Ella cuenta que las graduadas tienen de 25 a 45 años y la mayoría de ellas son madres.

Desde la Casa de Emprendimiento, construida con bambú, Orellana enciende velitas y reza para que estas mujeres terminen el proceso de capacitación y emprendan su viaje de manera independiente. “No es una graduación de la universidad, pero es un logro individual”. Los tabúes empiezan a desaparecer cuando ellas demuestran que las madres y jóvenes no solo se quedan en casa, sino que también trabajan.

Este programa nació en un barrio antes conocido como ‘La 13’. Un lugar marginado, donde el machismo bloquea y se apodera de ciertas mujeres que desean unirse a este proyecto. Es considerado uno de los lugares más peligrosos de Atacames. Sus moradores fácilmente son etiquetados como “delincuentes” e incluso “personas sin oportunidades”.

El terremoto de abril de 2016 marcó la vida de millones de personas y a partir de allí nació la solidaridad y se creó la fundación Caemba para apoyar a familias vulnerables y de escasos recursos, de las provincias de Esmeraldas y Manabí.

“Antes de que nazca la Casa de Emprendimiento para Mujeres, tuvimos una donación de 21 máquinas de coser y yo, sin saber, las acepté”, dice Cristina Latorre, directora de Caemba. Ella sabía que ahí iba a nacer una posibilidad para que madres solteras, abandonadas y jóvenes puedan obtener su libertad económica.

El proceso de sensibilización no es fácil para las coordinadoras, pero luchan por cambiar las actitudes y costumbres de la zona; para mantener de pie sus proyectos. “La convivencia a veces no es fácil por los horarios; van en grupos, pero todavía permanecen ahí”, explica Maritza Orellana. “El trabajo se vuelve pesado al convencer a las familias de las mujeres, ya que en algunos casos les resulta difícil incluso salir de casa”.

La capacitación en el centro es un proceso que dura dos años. Es inevitable que existan fases en las que nacen enemistades entre el grupo, celos de trabajo y dificultades en cuanto a movilización. Pero ya son varias mujeres que han completado su primera meta.

“Se ven rostros de felicidad y satisfacción al saber que, sí lo lograron”, cuenta Orellana al recordar la graduación de las alumnas.

Un barrio y un país para emprendedoras

Según un estudio realizado en 50 países por Global Entrepreneurship Research Association, América Latina tiene el porcentaje más alto de mujeres que se atreven a emprender. El grupo del barrio Nueva Esperanza emprendió por su libertad, para dejar de depender de su familia, “lo que les convierte en mujeres sumisas o sometidas”, señala la directora de Caemba.

La motivación de un emprendimiento como alternativa de trabajo se volvió realidad en un negocio de diseño de camisetas y venta de bolsos para la propia fundación. Y las 12 mujeres que se mantienen en corte y confección cuentan ya con sus propios emprendimientos.

Sus historias recién comienzan, al igual que las de otras mujeres de la zona. Actualmente, buscan fondos para construir otra casa de desarrollo de emprendimientos, pero esta vez en el barrio 18 de Febrero, ubicado también en Atacames. El lugar va a ser de bambú y se van a utilizar las mismas herramientas que la casa de Nueva Esperanza.

El ejemplo de este grupo de mujeres ha resonado en otras partes del Ecuador. Hay más entusiasmo y participación por parte de las familias en el nuevo barrio porque también quieren emprender y obtener certificados vocacionales profesionales. Tanto Latorre como Orellana están entusiasmadas por sacar a flote este nuevo proyecto. Esto ha llegado a ser un centro multifuncional y todo el barrio se viste de paz y gratitud ante las mujeres emprendedoras de Nueva Esperanza.