Violencia

Jaime Vintimilla

Una sociedad se mide por la forma como maneja y resuelve sus conflictos, donde los ciudadanos se convierten en protagonistas de la convivencia armónica o simplemente son víctimas de la violencia que se convierte en la herramienta que regula algunas relaciones sociales, originadas desde hace siglos, gracias a la asimetría de poder.

En otras palabras, existen estructuras que han propiciado que la violencia, en sus diversos niveles, se mantenga como un lenguaje que impone estándares de conducta y que genera papeles y posiciones sociales dominantes.

Por ello, resulta inaceptable mantener estadísticas de violencia intrafamiliar que nos convierten en una sociedad alejada del respeto de la diversidad, donde la mujer ha sufrido muchas vejaciones por el simple hecho de tener una experiencia propia, una necesidad de trascender o una lógica distinta.

Una sociedad donde prime la igualdad y la libertad es, sin duda, una meta a alcanzar, pero para ello, resulta indispensable la creación de estructuras institucionales que defiendan los derechos y fomenten los deberes, pues resulta inaudito que, en el siglo de la tecnología, todavía como en épocas del ‘pater familias’ romano, exista un régimen de tiranía privada.

Por otra parte, urge analizar la sociedad nacional, pues más allá de las normas constitucionales vigentes, se advierte con mucha fuerza, que existen varios factores que propician, más allá del género, una realidad dominada por una estructura violenta, tal es el caso de la edad, la orientación sexual, las discapacidades, la condición migratoria o la misma pertenencia a una nacionalidad indígena, aspectos que han facilitado la generación de un tiempo de identidades complejas que rebasan cualquier criterio esencialista imperante durante siglos.

Al parecer todos los caminos nos conducen a la necesidad de cambiar la educación hacia un ejercicio plural de comprensión de la diversidad, donde lo reactivo sea reemplazado por lo preventivo. La consecuencia es que el Estado debe convertirse en el protagonista de la erradicación de la violencia y para ello sus funcionarios deben empezar con el ejemplo.

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