Cartas al director

Gracias, alumnos

Luego de cuestionarme sobre mi corta trayectoria como docente (siete años) al conmemorarse el Día del Maestro Ecuatoriano, puedo recordar y confesar que siempre odié este oficio al evidenciar el bajo nivel académico de mis profesores y al verlos también como víctimas del escalafón de una cartera de Estado que siempre se ha convertido en la asignatura pendiente de muchos gobiernos y mandatarios.

Sin embargo, con la acumulación de experiencias dentro de las aulas, ahora puedo afirmar que no existe labor más importante y rehabilitante para una persona que el enseñar, el compartir conocimientos con nuevas generaciones.

Alguna vez, cuando le comenté a mi profesor universitario, el doctor Fausto Aguirre, sobre mi anhelo de ser maestro, me mencionó que “no existe una mejor forma de aprender”. Tuvo toda la razón. Aparte de adquirir conocimientos de las nuevas formas de ver la vida por los ojos de los jóvenes, me ha quedado la admiración al sumergirme en sus pensamientos y apasionamientos que ya no veo en muchos adultos. Es ahí cuando no me queda más que sentarme y aplaudir su avance, su creatividad, su intelecto y sus conocimientos que superan a los míos la mayoría de las veces.

En este tiempo de crisis la Educación ha tenido que reinventarse, tomando como eje fundamental las Tecnologías de la Información y la Comunicación como herramientas. Es así que el maestro se ha adaptado, dejando en claro que sus estudiantes son el principio elemental de su papel en la sociedad.

El Día del Maestro creo que debe servirnos a quienes ejercemos esta actividad para rendirle un agradecimiento a nuestros alumnos, quienes se han convertido en el motor de lo que hacemos y lo que somos.

¡Vamos por más molinos con los cuales luchar! (O)

Marvin Ordóñez Flores

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