Así fue El Retorno de los ibarreños

Reconstrucción. Hace 151 años Ibarra volvió a renacer de los escombros.

Los hechos que se relatan a continuación constan dentro de las reseñas históricas del Municipio de Ibarra y dan cuenta de cómo volvieron a poblar la ciudad tras casi cuatro años del terremoto.

Ibarra resucitó de las ruinas hace 151 años, luego de que cuatro años antes, en 1868, dos movimientos sísmicos de gran magnitud destruyeran toda la provincia de Imbabura, dejando, según historiadores, de 15.000 a 20.000 muertos.

La población sobreviviente de Ibarra, capital provincial, encontró en la parroquia La Esperanza, en la parte alta, un refugio que durante tres años y medio sería su morada mientras reconstruían la urbe que los vio nacer, hoy conocida como ‘La ciudad a la que siempre se vuelve’.

A continuación, LA HORA recoge varios fragmentos de la época que reposan en los archivos históricos de la Municipalidad. Estos reconstruyen los hechos de la última semana que los ibarreños vivieron en La Esperanza y comenzaron a trasladarse a Ibarra. Prácticamente refundaron la ciudad un 28 de abril de 1872, 166 años después de su primera fundación española, cuando la República aún era parte de la Real Audiencia de Quito.

El sábado 20 de abril de 1872

El relato histórico menciona que ese día, 19 peones tuvieron que abandonar su trabajo del Palacio de Gobierno, ya ubicado en lo que hoy es el centro de Ibarra, para transportar desde La Esperanza los muebles y útiles de dos escuelas, para colocarlos en dicho edificio.

Asimismo, aquella jornada, ocho días antes del 28 de abril, habría empezado la fabricación de ladrillos con los que pavimentaron el suelo de las localidades destinadas a las aulas de clases, combinadas con otras  actividades que absorbieron una semana entera.

El domingo 21 de abril de 1872

Este día es recordado como uno de los últimos días en la existencia de La Esperanza, como capital de Imbabura, aún como domicilio de no pocos habitantes.

Su número exacto no se halla consignado en los documentos de aquel tiempo. Sin embargo, se exalta la emoción de aquellos pobladores, de gozo en la mayoría, por volver a la tierra que casi cuatro años antes vieron en escombros.

Los cronistas resaltan, aquel domingo, siete días antes del 28 de abril, la actividad de hombres y mujeres para el transporte de sus pertenencias, de comestibles, de niños incapaces de caminar por sus propios pies, de aves y animales de corral, etc. Todo lo que significa el viaje de un pueblo entero y sus pertenencias.

El lunes 22 de abril de 1872

Al despuntar el alba, día lunes, todo está en movimiento y todo es bulla, aún en La Esperanza.

Se da la última mano a los cargamentos, a los paquetes, al acomodo de los caballos y mulas, etc.

En esta jornada empieza el desfile de las caravanas, con grupos coloridos que descienden a Caranqui, donde hacen una primera parada antes de llegar al centro de Ibarra.

La historia afirma que gran número de personas bajaron a Ibarra en ese día 22 de abril, pues tal fecha fue y es considerada como el día del retorno de la mayoría de pobladores que estaban en La Esperanza.

Ese día, afirman, transcurrió en un incesante trajinar entre La Esperanza e Ibarra, dedicado a instalarse bien o mal en la urbe resucitada, que comenzó a ser de nuevo la capital de Imbabura, después de tres años y ocho meses de haber sido tan solo sede de un Teniente Político.

En el decurso de aquella memorable semana, las personas continuaron bajando a Ibarra, pues La Esperanza iba resultando, de día en día, menos atrayente y simpática.

El martes 23 de abril de 1872

Francisco Javier León, en ese entonces ministro del Interior, dirigió el siguiente oficio al Gobernador Juan España, radicado en Ibarra:

«El Supremo Gobierno aprueba la orden que ha expedido vuestra Señoría para que se trasladen a la ciudad de Ibarra todas las oficinas públicas el 22 del presente; y me ha ordenado agradecer a vuestra Señoría por interés por la reedificación de la nueva ciudad”.

El sábado 27 de abril

Ese día se publicó en Ibarra el oficio, firmado por el Gobernador, que anunciaba que al siguiente día se iban a realizar los actos que oficializaban el renacimiento de Ibarra.

«Señor Jefe Político del Cantón:

El día de mañana tendrá lugar la bendición de esta ciudad, nuestra cara patria, y una misa en acción de gracias a la Divina Providencia, por la nueva instalación. No obstante que no es fiesta de las designadas por la ley, sin embargo un acto de gratitud y amor a nuestro suelo natal, nos impone voluntariamente a concurrir a dichas ceremonias religiosas. Así pues, espero que UD. en unión del Ilustre Concejo Municipal se sirva hacerlo en la forma de estilo y a la hora de costumbres. Dios y Patria. – Juan M. España».

El día de la refundación

El 28 de abril de 1872 fue un domingo que despertó a los ibarreños asentados en su ciudad renacida con repiques de campanas que anunciaban un día festivo.

Y, ciertamente, iba a celebrarse un acontecimiento histórico para esta urbe: el nacimiento y bautismo de la segunda Ibarra, que como ave fénix renació de sus cenizas.

La jornada se caracterizó por ceremonias religiosas y solemnes, según los cronistas, con altas autoridades de la época y centenares de sobrevivientes del terremoto de hace cuatro años, quienes se agolparon en un diminuto y destartalado templo y sus contornos, en lo que hoy es el parque La Merced.

Luego hubo una procesión, dividida en dos largas hileras, que avanzaba cantando las letanías de los santos hasta llegar a la plaza principal, actualmente el parque Pedro Moncayo.

Posteriormente, regresó la procesión a la capilla de La Merced, donde comenzó la misa. Después del Evangelio, resaltan las bendiciones y discursos que oficializaron la refundación de Ibarra.

Terminada la función religiosa, la concurrencia se dirigió al Palacio Municipal, donde el gobernador Juan España emitió un corto discurso. Allí afirmó no haber omitido esfuerzo alguno por el resurgimiento de su provincia; y declaró que Ibarra quedaba rehabilitada como capital de Imbabura.

Ibarra se reconstruyó con calles alineadas perfectamente

Después del terremoto se elaboraron dos mapas de la ciudad, siendo el primero el de 1906, en escala 1:2.500, por R. Dávila, alumno de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central.

El documento, que reposa actualmente en los archivos del Municipio de Ibarra, ubica a la ciudad en un terreno plano junto a los ríos Tahuando y Ajavi; tenía 67 manzanas alineadas en perfecta cuadrícula, con 24 manzanas ocupadas en su totalidad y 41 manzanas ocupadas de manera parcial. Y en el centro de la ciudad, dos plazas separadas por una manzana (parque Pedro Moncayo y La Merced), que corresponde a la Gobernación y la Casa Municipal en la calle Bolívar, con el cuartel hacia el otro lado.

Se estima que la construcción del cuartel militar, frente a la calle Olmedo y la plaza de La Merced, fue una estrategia para futuros eventos sísmicos, ya que se convertiría en hospital; y las plazas en lugares de concentración de la población damnificada. (FV)

Suceso. Así retrató Riou a las ruinas de la Catedral de Ibarra tras el terremoto.