La Batalla de Ibarra cumple su bicentenario 

No había pasado un año del triunfo patriota en la Batalla del Pichincha, cuando las fuerzas españolas de Agualongo quisieron sublevarse.

Es la única batalla que lideró personalmente Simón Bolívar, la cual prácticamente selló la Independencia.

IBARRA. – El 17 de Julio de 1823, hace 200 años, ocurrió uno de los pasajes más importantes de la historia del Ecuador, pero que no ha tenido la relevancia que historiadores y cronistas destacan que debería tener.  

En esta fecha especial, LA HORA recoge pasajes históricos, relatos y documentos que permiten dar cuenta de lo sucedido en la ciudad de Ibarra, en donde el mismo Simón Bolívar tuvo que estar en el campo de batalla, para dirigir a sus tropas e impedir que los pocos rezagos realistas que quedaban impidan la Independencia. 

Así lo cuenta la historia 

Una recopilación tomada del libro “Bolívar dirigió personalmente la Batalla de Ibarra”, de Roberto Morales Almeida, menciona que después del triunfo de Pichincha, en donde se cubrieron de gloria las huestes libertadoras, el emblema de los libres corría un inminente peligro de ser impedido por las tropas realistas de la provincia de Pasto, partidarios del Rey Fernando VII. 

Así, al mando de estos hombres, el coronel Agustín Agualongo soñaba con la toma de Quito, que era la meta de su campaña.  

Según el relato, el comandante pastuso diseñó una estrategia de batalla y se sublevó en sangriento enfrentamiento con el coronel Juan José Flores, quién cae en la trampa de Agualongo y es vencido “a palos” en Catambuco el 12 de julio de 1823, por lo que avanzaron con destino a Quito. 

Por su parte, Simón Bolívar descansaba en la provincia de Los Ríos, en la Hacienda El Garzal, cuando se preparaba para pasar al Perú. Allí se enteró de la insurrección de Pasto y luego de la terrible derrota. Con su clara visión política apreció el hecho en toda su magnitud y trascendencia y regresó a Quito para organizar el ejército, el cual decidió él mismo dirigir. 

“Pienso defender al país hasta con las uñas, estoy como el sol, brotando rayos por todas partes”, decía Bolívar. 

La estrategia militar  

La historia menciona que siete días le tomó a Bolívar diseñar su estrategia de aniquilamiento de las tropas realistas, que en su intento ya habían tomado la plaza de Ibarra, en su avance desde Pasto a Quito. 

Señalan que Bolívar tomó como antemural de sus movimientos al monte tutelar de Ibarra: el volcán Imbabura. Concentrado el ejército libertador en Otavalo, realizó su conocida maniobra por el paso de El Abra y avanzó sigiloso por las faldas del majestuoso volcán, para caer de improviso sobre la ciudad ocupada. 

Agualongo sabía de los movimientos contrarios y esperaba a Bolívar por el amplio camino que conduce a Otavalo apoyado en los escuadrones desplegados en las llanuras de Atuntaqui, pero lo que no sabía era la estrategia topográfica de Bolívar. 

El día de la Batalla de Ibarra 

Pablo Rosero Rivadeneira, historiador ibarreño, en uno de sus relatos, expone que, en la mañana del 17 de Julio de 1823, desde las torres de la antigua iglesia de la Compañía de Jesús en Ibarra, el comandante realista Agustín Agualongo examinaba con su catalejo la inminente llegada de las tropas lideradas por el libertador Bolívar.  

Sabe que el combate será a muerte pues está en juego el control militar sobre Quito, que, el 24 de mayo del año anterior, consolidó el proceso independentista iniciado en 1809. 

Resalta que Agualongo espera a Bolívar por el oeste, por el camino que conecta con Otavalo y con Quito. Desde la torre, fácilmente podrá divisar el arribo de los patriotas y esto le dará el tiempo necesario para emprender la ofensiva y garantizar la victoria. Pero no cuenta con la astucia de Bolívar que, en San Pablo del Lago, toma una decisión crucial: no seguir por el camino real, sino bordear el volcán Imbabura y sorprender a los realistas tomando la ciudad desde el sureste. 

“A las dos de la tarde, el toque a rebato de las campanas confirma lo insólito: Bolívar y su ejército ya están en la ciudad y han vencido a los centinelas apostados en el acceso sur. Agualongo apenas tiene tiempo para reponerse del shock y dar providencias a sus soldados. Lo más crudo del combate se da en las calles céntricas de la ciudad e inclina la balanza a favor de los patriotas”, señala. 

En un sangriento epílogo, relata que el ejército libertador persigue a los realistas por las breñas que miran al río Tahuando. Muchos años más tarde, en honor a este combate, esos terrenos tomarán el simbólico nombre de “La Victoria”.  

Por su parte, Roberto Morales agrega que, ya derrotados definitivamente, huyeron hacia el norte por los sectores de El Olivo y Alto de Reyes, mientras el Libertador persiguió a las tropas hasta un poco más allá del Chota, en donde aún había resistencia. 

Al día siguiente, el boletín de la batalla, escrito por el general Vicente González, dice: “Desde esta Villa hasta el Chota se encuentran más de seiscientos muertos… (…). Su armamento y cuanto tenían aquí está en nuestro poder”. De los patriotas, el parte de Estado Mayor indicó sólo 13 muertos y ocho heridos. 

Al final, Rosero Rivadeneira menciona que los muertos de ambos bandos se sepultan improvisadamente en las inmediaciones del convento e iglesia de Santo Domingo.  

Después de la batalla, coinciden en que Bolívar regresó a Quito, para quedar en la inmortalidad de la historia ecuatoriana, más en la de Ibarra, especialmente, ciudad que tiene la dicha de que el gran genio de Bolívar, símbolo de la libertad de América, haya dirigido personalmente esta contienda, la única acción de armas en suelo ecuatoriano, que merece ser recordada con unción patriótica. 

Sin embargo, Pablo Rosero resalta que, aparte de que este es el único combate librado por Simón Bolívar en el suelo de lo que será más tarde la República del Ecuador, al cual la historia oficial le ha escatimado valor, si Libertador perdía ese día, el golpe dado a su proyecto emancipatorio pudo haber sido mortal. 

Este año, el Municipio preparó una agenda con más de 35 eventos para conmemorar los 200 años de la Batalla de Ibarra. 
En Ibarra, cada año se organiza una recreación de la Batalla de Ibarra, en las orillas del Tahuando, donde se dice se dio parte del combate.