La prepotencia y soberbia mexicana

Redacción: Alan Cathey Dávalos / [email protected] / Edición #113

La ruptura de relaciones entre México y Ecuador nos deben hacer reflexionar sobre la importancia del respeto a los acuerdos internacionales y no sobre la posición de un actor ideológico en un conflicto que tiene su inicio mucho tiempo atrás.

Aparentemente, la capacidad del silencio le ha sido negada a AMLO. No comprende que no es obligatorio estar todo el tiempo con el micrófono en la mano, menos aún en su caso personal, cuando ya no logra mantener una línea argumental coherente e hilvanada, que se pueda seguir con facilidad.

Su búsqueda, en medio de “eehs”, “ahhhs”, o de miradas a sus asesores o hasta al público, para que lo ayuden a recordar de que estaba hablando, lo que revelan, lamentablemente, es el deterioro de sus capacidades cognitivas, al punto que se lo ha convertido en objeto de burla en las redes sociales, una suerte de meme, algo que resulta particularmente lesivo para la imagen del mandatario y del país.

Críticas contradictorias
AMLO acaba de lanzar unas severas críticas a la política exterior norteamericana, a la que acusa de prepotente e injerencista, porque ha expresado, en un informe, preocupaciones ante la situación de la Justicia mexicana, por una parte, ante el asedio del Ejecutivo sobre la Corte Suprema, para subordinarla, como ya ha sucedido en varios países de la región, particularmente en aquellos ideológicamente afines a AMLO y su Grupo de Puebla, a unos proyectos que nada tienen que ver con la justicia, sino con su control para asegurar la impunidad de los operadores políticos de esa agrupación. La preocupación porque se esté buscando alterar el equilibrio de poderes en una democracia, ciertamente es, o debería al menos ser, una obligación de la comunidad internacional democrática.

El que esta calle ante eventos como el que se produjera hace algunos años en Ecuador, al declararse un presidente de la República como cabeza de todos los poderes del Estado, y que, en tal virtud iba a “meter las manos” en la justicia, es complicidad con una dictadura declarada,  muy similar al patético intento en tal sentido, del ex presidente peruano Pedro Castillo, al que, curiosamente, AMLO defendiera, incluso luego del ridículo golpe de estado declarado por el pintoresco Castillo, disolviendo el Congreso.

Recorte de fondos
Además, la preocupación por el ataque a la Justicia, se complementa con una insólita decisión, a puertas de las elecciones, restando el presupuesto al Instituto estatal de Estadística, la instancia electoral mexicana a cuyo cargo está la organización del proceso electoral, y la contabilización del sufragio.

El presidente López, en su controversial estilo, se ha dedicado, desde hace bastante tiempo, a descalificar al organismo electoral, el que, curiosamente, lo proclamó presidente a él, y a su partido, Morena, como vencedor en las pasadas elecciones de 2018. Esta ha sido la ruta del manual del SSXXI para perennizarse en el poder

Prepotente
De “prepotente” acusa AMLO a la política exterior de los Estados Unidos, olvidándose muy pronto de las constantes y sucesivas acciones de la suya, puesta al servicio de una plataforma ideológica bien identificada, que ha sido vinculada, con razón, a algunos de los más escandalosos casos de corrupción de las últimas décadas, como el emblemático esquema de soborno y saqueo de la empresa Odebrecht, que involucró a buena parte de los gobiernos de la tendencia impulsada por AMLO.

Se le olvida a AMLO, cuando acusa de prepotencia a otros, de su actuación durante la crisis boliviana, para sacar a Evo Morales del país, con la consiguiente expulsión de su embajador en Bolivia, o de sus declaraciones tras la captura y destitución del lamentable aspirante a dictador, Castillo, en contra del gobierno que lo sucedió, encabezado por la sucesora constitucional del defenestrado, su propia vicepresidenta, con declaraciones fuera de tono, prepotentes y agresivas, que fueran respondidas por Perú, otra vez, con la expulsión del embajador mexicano.

Para terminar sobre la prepotencia, el caso suscitado en Ecuador, cuando acoge a un delincuente común en su embajada, como huésped, una calidad inexistente en derecho internacional, y lo mantiene así por 4 meses, en violación expresa del Acuerdo sobre asilo de Caracas, indiferente a las sustentadas solicitudes del Ecuador para la entrega del delincuente. No parece darse cuenta AMLO,   que al acusar de prepotentes a otros, escupe al cielo.

Injerencias
Habla también de “injerencismo”, con lo que la lluvia aumenta. Se queja de que se critique la inacción de la justicia mexicana, al no producirse avances en buena parte de los procesos judiciales en múltiples campos, desde las matanzas de estudiantes, al parecer por acción directa de las fuerzas de seguridad del Estado, a los asesinatos de migrantes por los propios traficantes de personas, pasando por los impunes asesinatos de periodistas y candidatos a diversos cargos de elección. Constatar que esto ocurre en México, en su gobierno, el de los “abrazos y no balazos” con los cárteles del narco, que controlan buena parte del norte del país, le parece “injerencista”.

Insinuación perversa
Que calificativo merecerá el que, en una de sus penosas “mañaneras”, AMLO haya, en pocas palabras, que se deducen luego de su enrevesada exposición, que el resultado de las elecciones presidenciales en el Ecuador se debió al asesinato del candidato que más opcionado estaba para pasar a la segunda vuelta, Fernando Villavicencio, para beneficio del entonces candidato Daniel Noboa, que no aparecía entre los favoritos, insinuando una participación de éste en el crimen. Pretender deslegitimar una elección, y la autoridad que de ella emana, a través de insinuaciones perversas, resulta harto más “injerencista” que la observación de unas deficiencias, cuya realidad no es desmentida por AMLO, sino respondida con ataques retóricos, que más bien aparecen como pretextos.

Negar las deficiencias de la justicia mexicana, donde prácticamente no se ha dado ninguna condena por los asesinatos de periodistas, que vuelven a México uno de los países más peligrosos del mundo para tal actividad, o de las decenas de candidatos a diversas dignidades, asesinados en muchas regiones del país, resulta tan absurdo, que lo más fácil es intentar desviar la atención hacia el cuco del Imperio, al que señala como “decadente”.

La desgastada muletilla de la “soberanía”, la de la “no intervención”, se han convertido en mecanismos para defender delincuentes y asegurar su impunidad. Su replanteo se vuelve un imperativo, de cara a las amenazas crecientes a la democracia, ese concepto al que cada vez se denostó más, en una región que, por no lograr asumir su fundamental valor de respeto a las libertades y derechos, y a fijar los límites del poder.

La Doctrina Roldós
Al presidente Jaime Roldós debe la región el esencial concepto de que el principal valor que debía defender Latinoamérica, era el de la democracia, en un momento en que las dictaduras se habían apoderado de buena parte de ella. La Doctrina Roldós es una guía y una visionaria comprensión del malogrado presidente ecuatoriano, que supo ver cuáles serían las prioridades de la región hacia el futuro, situando a la democracia como el eje de las mismas. Que importante resulta hoy su recuperación e impulso, respetando todas las normas que claramente regulan y limitan las figuras del asilo.

Contrademanda
Para la defensa, o mejor, la contrademanda de Ecuador a las declaraciones de AMLO, así como a sus pretensiones de venganza ante la negativa del Ecuador a ser avasallado, país al que busca humillar, obligándolo a disculparse ante la comunidad internacional, exigiendo su expulsión de la ONU, a sabiendas de que la CIJ no tiene tal potestad, y que una medida semejante carece de precedente alguno, ni siquiera ante casos de crímenes contra la humanidad o de genocidio. Por ahí continúan campantes estados como Siria, que ha dado muerte a medio millón de sus ciudadanos por mantenerse en el poder, o a otros que por su ineptitud, han expulsado de hecho a millones de personas, como sus coidearios cubanos o venezolanos.

Quid pro quo
Tal vez lo más revelador de cuál es la estatura moral de AMLO, se demostró en lo que no puede sino ser definido como una transacción, cuando, a cambio del apoyo de Nicaragua en el diferendo con Ecuador, al romper este gobierno unas relaciones diplomáticas, que prácticamente no existían,  pues la embajada nicaragüense en Quito fue cerrada en 2020, con Ecuador, el gobierno de  AMLO firmó 8 o 10 acuerdos para programas  de desarrollo, financiados claro está por  México, a los pocos días de la “solidaria” ruptura de relaciones del régimen orteguista.

El mero hecho de que México deba poner en la mesa dinero, para que una dictadura tan prestigiosa como la de Ortega lo apoye, nos da la medida de cuánto ha perdido México en la escena latinoamericana, por la utilización de su otrora prestigiosa diplomacia, para los objetivos ideológicos particulares de AMLO, que, como hemos visto, ha logrado alienarse a varios países de la región, algo inusitado y significativo, pues marca la desconfianza que su política exterior genera.

Sorpresa en la OEA y CELAC
Que en la OEA se haya condenado una violación al principio de inviolabilidad de las legaciones diplomáticas, era lo que cabía esperar, luego de la acción del gobierno ecuatoriano en la embajada de México en Quito, y así fue en efecto. Lo que no era muy esperable, y que antes de AMLO, hubiera sido impensable, son los aspectos de la resolución que, sin mencionar a México de manera directa, claramente observan el que se han incumplido los principios del asilo, así definidos en el Acuerdo de Caracas, algo que para México fue completamente inesperado y posiblemente, desconcertante.

Para colmo, en la CELAC tampoco encontró AMLO mucho espacio, pues varios países objetaron, con toda la razón, la convocatoria que realizó la presidenta pro tempore del organismo, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, afín al modelo ideológico de AMLO, saltándose las disposiciones que rigen al mismo, como es bastante común entre los SSXXI cuando las normas les estorban en sus objetivos. La reunión de la CELAC resultó otra frustración para AMLO, que alcanzó muy limitado apoyo a su interior.

Así las cosas, la desmedida demanda que ha presentado México ante la CIJ, ha merecido ya críticas por su desmesura, y Ecuador va a contrademandar, seguramente aduciendo las violaciones de hecho y derecho cometidas por México, y porqué no, las evidencias que han surgido acerca de los sobornos que el ex vicepresidente Glas ha recibido, según las declaraciones de testigos, validadas por las cortes norteamericanas, en concordancia con las acusaciones, procesos y sentencias que la justicia ecuatoriana ha efectuado, por los delitos de asociación ilícita y cohecho agravado, en la trama corrupta de Odebrecht en Ecuador.

Se cae el Lawfare
Las declaraciones fueron hechas en el juicio que se sigue en Miami a Carlos Polit, el ex contralor del Ecuador, que ya fue hallado culpable por un jurado, a la espera de su sentencia, que podría llegar a 100 años de prisión. Con este proceso, fuera de las cortes ecuatorianas, se cae toda la trama de lawfare y de persecución política que esgrimiera el gobierno de AMLO, para acoger a Glas en su embajada, como huésped primero, para darle asilo después, a pesar de las contundentes evidencias aportadas por Ecuador acerca de la condición legal de Glas, de un delincuente juzgado y condenado por la justicia, después de cumplirse todas las instancias legales del debido proceso. Las claras declaraciones de los funcionarios de Odebrecht, constituyen la corroboración de que Jorge Glas, en ningún momento, fue un perseguido político, como se quiso maliciosamente hacer pasar. Quedó muy claro el interés de AMLO por favorecer a un delincuente, más allá de la verdad jurídica, por sus compromisos ideológicos, que ya se habían manifestado antes, con la frondosa colonia de atracadores asilados en México, a sueldo de Morena o del Estado mexicano, convertidos en empleadores de éstos.

“Respetuosos cárteles”
La contrademanda ecuatoriana se vería aún más fortalecida con la exhibición de todas las declaraciones de AMLO sobre los cárteles, a los que considera “respetuosos” de la ciudadanía, a la que no atacan, y que, al fin y al cabo, cuando se matan, es entre ellos. Que notable teoría, muy a su altura. Seguramente ya se le debe haber olvidado el lamentable episodio de sus fuerzas de seguridad, cuando quisieron atrapar a algún narco en Sinaloa, poniendo pies en polvorosa ante la amenaza de los delincuentes de, respetuosamente eso sí, masacrar a la población si no se retiraban. No tendrá noticias de cientos de secuestros extintivos, ¿que culminan trágicamente para los que no pueden pagar rescate?

Enceguecido de rabia por no haber podido sacar a otro delincuente del Ecuador, pretende que se expulse al país de la ONU. Al parecer, se ha empeñado en que este sea su último acto de prepotencia y soberbia, ante el próximo final de su mandato. Que pena por México, un país precioso, de una maravillosa población. Que pena por quienes continúan con la venda cubriéndoles los ojos, ojalá no demoren demasiado en quitársela.

Redacción: Alan Cathey Dávalos / [email protected] / Edición #113