Una visita oportuna

La visita de la delegación estadounidense de alto nivel para temas de seguridad constituye una señal esperanzadora para el Ecuador. Refresca saber que el país no está solo.

Ya se escuchan lamentos, procedentes de los sectores más radicales, referentes a una supuesta vulneración de la soberanía nacional. Reclamos tan anacrónicos evidencian una pobre compresión del desafío que enfrentamos. Aunque el decreto presidencial enfatice el carácter terrorista de algunas bandas nacionales y priorice la recuperación de la paz en las calles, hay que recordar que el verdadero enemigo son los carteles internacionales. Organizaciones de ese tipo cuentan con presupuestos descomunales, propios de empresas multinacionales, y sus tentáculos se extienden por todo el mundo, con toda la complejidad financiera, legal y bélica que el dinero puede comprar. Resulta ingenuo, incluso irresponsable, creer que Ecuador puede batirse sin ayuda ante ellos.

Para librar esta batalla, el país requiere tecnología y pertrechos, pero también reforzar sus capacidades en investigación e inteligencia. La cooperación y el trabajo conjunto permiten conducir el esfuerzo intergubernamental que se requiere para derrotar a estos actores transnacionales.

Es una oportunidad que hay que aprovechar. Los ecuatorianos no podemos asumir que la cooperación internacional será permanente e ilimitada. Las prioridades y los enfoques estratégicos de los estados son cambiantes, y siempre es posible que, a mediano o largo plazo, quienes hoy son nuestros aliados adopten nuevas políticas que los distancien de nosotros. Por eso, mientras se pueda, este es el momento de aprender, crecer y fortalecerse.