Mi relación con el dinero

Lorena Ballesteros

Crecí con la noción de que no debía hablarse de dinero. En casa mi papá proveía, eso era lo único que debíamos saber. Cuánto dinero ingresaba y cuánto costaba mantener el nivel de vida que llevábamos era un absoluto misterio. A veces se escuchaban comentarios como “hay que ahorrar” o “en este verano no hay dinero para vacacionar”. Si en ocasiones había más, eso no se mencionaba. Pero siempre imperaba el mensaje implícito de que había que cuidar el dinero. Esa consigna fue importante para que fuéramos prudentes, pero a la vez instauró una suerte de ansiedad por gastar demasiado.

No sé si se identifican con mi historia. Pero hasta ahora siento que nadie es absolutamente frontal al momento de decir cuál es su salario. Es un tema tabú.

A mí me pasó que, una vez que crecí y comencé a manejar mis propias finanzas, no supe cómo. Es decir, sentía temor de gastar demasiado. Ahora que lo pienso, me privé de ciertos gustos. Pero también me encontré en el territorio ignoto de no saber qué hacer con los ahorros. Una vez que fui madre, mis reservas se hicieron agua. Los gastos comenzaron sin parar hasta la fecha. Y al punto al que quiero llegar, es que no recibí la educación suficiente sobre cómo ahorrar, cómo invertir, cómo controlar los gastos del hogar y cuánto cobrar por los servicios profesionales que ofrezco.

Cuando leí que el Ministerio de Educación firmó un acuerdo intersectorial para implementar educación financiera en todo el sistema educativo, me sentí optimista con respecto a las futuras generaciones. Pues, desde muy pequeños podrán aprender sobre el valor real de los productos y servicios que utilizan. Tener mayor conciencia sobre la generación de ingresos de sus padres. Y, sobre todo, educarse en la importancia del trabajo bien remunerado.

 Quienes ofrecemos nuestros servicios profesionales transitamos en un limbo constante: el de la falta de seguridad financiera. Los ingresos son variables, pero nuestros costos son fijos. Cuando nos atrevemos a ahorrar, al poco tiempo debemos recurrir a esos fondos para solventar imprevistos. Nos asusta pasar cotizaciones muy altas, porque el mercado está desplomado. Sin embargo, sabemos que frecuentemente estamos cobrando muy poco.

La relación con el dinero debe ser saludable. Debe ser clara y sin tapujos. Hay quienes la llevan mejor que otros. Pero, sin duda, desde las bases del sistema escolar, los niños aprenderán a manejarlo, a entender la diferencia entre necesidad y deseo. A invertir conscientemente. ¡Ya habría querido yo una clase de esas! Seguramente mi relación con el dinero habría sido más saludable.