Se viene la Superliga Femenina

Se avecina el inicio de la Superliga Femenina de fútbol, uno de los grandes avances en la industria deportiva nacional de los últimos tiempos. La iniciativa, que en un inicio muchos juzgaban como un trámite obligatorio ejecutado por motivos políticos, camina por sí misma y alcanza dimensiones insospechadas. En esta ocasión, participarán catorce equipos de todo el país y las diferentes fechas se extenderán por más de seis meses. El campeonato será transmitido por televisión y cuenta con auspiciantes importantes.

A todo lo anterior, se suman algunos encomiables intangibles. Aunque aún está lejos de la ansiada equidad con respecto a su par masculino, el fútbol femenino ecuatoriano cuenta con un grado de inversión —en el que se contempla también salarios y preparación de las jugadoras— muy elevado para el promedio de la región. A su vez, los clubes se han contagiado de la ejemplar filosofía de formación holística de sus miembros que, en un inicio, implementaron instituciones como el Independiente del Valle. Paulatinamente, se supera en el país la nociva visión del deportista como alguien sin más capacidad que la de entretener, para dar pie a una concepción de éste como un profesional integral, con una formación intelectual y moral que le permite desempeñarse en diferentes esferas de la vida.

A la Superliga Femenina le queda aún mucho por andar; necesita aún captar más afición, auspicios y cobertura mediática. Sin embargo, en un país cuyas mayores glorias deportivas recientes son mujeres y cuya juventud siempre está hambrienta de referentes y posibilidades, este campeonato constituye un valioso espacio que celebrar.