La capital vuelve a levantarse

En tanto capital de la República, Quito ha sentido con especial vigor la crisis que arrastra el Estado central desde hace varios años. La negligencia y la sequía económica se reflejan en el paulatino pero inocultable deterioro de la ciudad. A su vez, el malestar ciudadano se evidencia en el repliegue de la participación política capitalina, así como en la destrucción que dejaron los frenéticos episodios de octubre de 2019 y junio de 2022. Pese a ello, hoy —en un aniversario más de la fundación española de la ciudad, que además es Patrimonio de la Humanidad— los quiteños deben saber que en sus manos está el arrancar un nuevo capítulo de prosperidad y conquistas.

Es ingenuo esperar que un nuevo boom de gasto público resucite a la capital. La situación nacional e internacional tornan improbables una repetición de escenarios como los de los setenta o de inicios de este siglo. Sin embargo, la capital cuenta con un mercado considerable, con gente trabajadora y capacitada, y con suficientes recursos y atractivos, como para retomar la senda del progreso.

Eso sí, se requiere un cambio de mentalidad en las autoridades locales y, sobre todo, un retorno de la participación ciudadana, similar a la que se vio a fines de los ochenta y condujo a la capital a una larga época dorada.

La inauguración del metro llega esta semana, como un buen presagio. Incluso a lo largo de una de sus peores y más largas crisis, la capital ha logrado concluir semejante obra. Asimismo, el 2023 ha sido, aunque parecía improbable, un año sin caos ni vandalismo político en la ciudad. Quizás Quito ha empezado ya a levantarse nuevamente.